Año de Construcción
2009
Área del terreno
600 m2
Área (huella)
105 m2
Ubicación
Villa Gesell, Buenos Aires, Argentina

Encargo

Los comitentes, un matrimonio con dos hijos adolescentes, nos habían prometido en el 2004 cuando descubrieron nuestra primer obra en Mar Azul que iban a comprar un lote para que les hiciéramos una casa de las mismas características.

En el 2008 lo concretan y fieles a la promesa nos encargan su vivienda de veraneo.
La misma debía tener aproximadamente 100 m², estar muy integrada al paisaje y aprovechar las vistas privilegiadas al bosque vecino.

Concepto: Construir en el bosque

Proponer alternativas que garanticen la supervivencia de los entornos naturales

Mar Azul es un lugar que conocemos hace muchos años, por esa razón cuando en el 2004 construimos la primer obra sabíamos que teníamos que intervenir en un territorio que a pesar de su gran valor paisajístico nunca contó con un sostén legal que resguardara ese patrimonio de la voracidad de los que lotean con un único objetivo: sacar la mayor renta de la tierra.
Que tampoco cuenta con un código que, comprendiendo la lógica de ese entorno privilegiado, reglamente resolviendo el desajuste entre ese loteo inapropiado y las posibilidades de construir sin que se pierda la calidad ambiental del sitio. A esta situación descripta se le suma como agravante la proliferación de una tipología “casa pintoresca en un lugar de fantasía”, que paulatinamente va “domesticando” ese bosque, dueño aún, de una potente presencia agreste.

Operar en ese sitio significó entonces asumir sus desajustes como un desafío y ver, hasta dónde, los arquitectos podemos hacer un aporte alternativo.
»’La respuesta fue la proposición de una arquitectura de mínimos recursos tanto materiales como formales, no sólo como elección estética sino como principio ético de valorización de un uso más racional de los variados recursos disponibles. Esa arquitectura despojada debía incorporarse al paisaje con voluntad de pertenencia, buscando integrarse a esa realidad preexistente.
»’ Para que esto suceda es necesario “saber escuchar» lo que el sitio comunica de manera que los primeros acercamientos deben estar libres de prejuicios respecto del mismo para poder captar no solo los datos tangibles y por lo tanto calificables y mensurables, sino aquellas atmósferas que el lugar brinda y que sólo podremos percibir si nuestra mirada está libre de preconceptos sobre el mismo.
Esto quiere decir practicar el ejercicio de «ver por primera vez».
Considerar los datos, dejarse invadir por esas sensaciones que el lugar suministra e imaginar como el propio proyecto los capitaliza, es fundamental para que arquitectura y paisaje puedan fundirse.

Habíamos practicado este ejercicio (casi como un vicio profesional) veraneando en Mar Azul en reiteradas oportunidades, de manera que valorábamos la potente presencia paisajística de su bosque, las sensaciones que suministran sus continuos cambios en el tiempo, pero además habíamos experimentado el microclima que provee: la atenuación de los fuertes vientos marinos que se producen debajo de los árboles, la sombra constante que estos suministran protegiendo del calor en verano aunque produciendo un ambiente muy húmedo en invierno, y algo que para nosotros fue determinante en la toma de decisiones a la hora de proyectar, el hecho de que bajo los pinos se ve reducida notablemente la cantidad de luz durante todo el año.

También sabíamos que el bosque no requiere de mantenimiento, salvo remover la vegetación seca, si no se introducen nuevas especies que rompan esa armonía.

Aprovechar lo que el ambiente ofrece

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Reconocer este particular microclima fue determinante, (junto con el bajo presupuesto disponible y la necesidad de mantenimiento nulo de la casa) de las decisiones estético-constructivas que definieron la obra.

La necesidad de captar la luz dio lugar a concebir esa primer obra como un “semicubierto” y resolverla entonces con grandes paños de vidrio que desde adentro posibilitaran vistas en todas direcciones y desde afuera reflejaran el paisaje haciendo que la casa se mimetizara con el mismo.
La necesidad de acelerar los plazos de ejecución de la obra y evitar su mantenimiento posterior nos decidió a construir con hormigón a la vista. La sombra reinante por otro lado nos permitía utilizar este material ya que la misma suministra suficiente protección térmica desde la primavera hasta entrado el otoño.

Su acondicionamiento para el invierno no era demasiado relevante (aunque por supuesto estuvo previsto) ya que su uso es muy limitado dada su condición de casa de veraneo.

La aislación hidrófuga se resolvió con un hormigón de gran compacidad y con un estudio de la forma de la envolvente para que la evacuación del agua de lluvia se realizara muy velozmente.

Usar de manera sensata los recursos disponibles

La calidad expresiva del hormigón visto y sus propiedades de resistencia e impermeabilidad ya mencionadas, hicieron innecesario cualquier tipo de acabado superficial, lográndose un bajo costo de ejecución en las terminaciones sin necesidad de mantenimiento futuro.

Por otro lado el color y la textura del hormigón realizado con encofrado de tablas de madera resultó de una presencia contundente y mimética a la vez, permitiendo que la obra se exprese en armonía con el paisaje.

Es síntesis, una envolvente de dos únicos materiales – hormigón y vidrio – resuelve la integración con el paisaje y da respuesta a los temas formales, estructurales, funcionales, de terminaciones y de mantenimiento.

Con idéntico criterio la resolución de las actividades al aire libre fue el resultado de realizar la menor operación sobre ese ambiente.

Se evitó todo tipo de ajardinamiento no sólo por la comodidad de no mantenerlo sino para evitar dejar expresado límites innecesarios en un paisaje por ahora poco construido, ni sectores contrastantes con las características paisajísticas del este ambiente privilegiado.

Nos gusta esa marcada homogeneidad del bosque de coníferas solo interrumpida de tanto en tanto por alguna acacia y pastizales de nuestra pampa que son por otra parte la vegetación dominante en los médanos próximos al mar.

Varias casas, algunos interrogantes

La propuesta que nuestro estudio viene realizando en el bosque de Mar Azul, tan preocupada en integrarse a ese ambiente que la origina, y tan alejada de los estereotipos del lugar, ha encontrado muy buena aceptación.

Son varios los encargos de casas con un pedido expreso de repetir la misma solución estético constructiva y que valoran tanto las decisiones sobre un uso más relajado de la vivienda, como la falta de mantenimiento de la construcción.

Esto es, sin duda, muy gratificante para nosotros pero a su vez nos plantea una serie de interrogantes que se convierten en materia de reflexión en cada nuevo pedido. Dejarlos planteados es una manera de empezar a buscarle solución.

Nos preguntamos: ¿Si la propuesta se presenta funcional tanto a la unidad ambiental cómo a los requerimientos estéticos, de uso y de mantenimiento de los comitentes, es válido buscar una nueva solución sin otra justificación que no sea probar con algo diferente, apostando sólo a la novedad?

Si por el contrario optamos por continuar haciendo casas de hormigón visto ¿es lícito producir cambios en su apariencia utilizando por ejemplo un encofrado fenólico, manipulando la superficie de terminación con acabados especiales o usando hormigones coloreados? Todos estos procedimientos ¿no son maniobras de carácter puramente decorativo que van contra los principios de austeridad y sencillez que dieron origen a la propuesta?

»’Repetir esta propuesta de materialidad como un prototipo donde se reelabore con cada encargo su pertenencia al paisaje y las diferentes maneras de habitarlo ¿no parece lógico y éticamente correcto?
¿Ese sería entonces el desafío de cada nuevo proyecto? ¿Concentrarse en adaptar este prototipo a los usos específicos de cada comitente y a las particularidades de su entorno? ¿Insistir cada vez con más fuerza – ayudados por la trascendencia- en que lo que allí se construye no puede romper con la unidad paisajista que representa ese bosque? ¿Insistir en encontrar la manera de transformar cada casa en “nido o madriguera (1)“?»’

(1) término usado por el arq. Felipe Uribe para referirse nuestras casas de Mar Azul en el nro 17 de la revista 1:100)

Con estos interrogantes encaramos la Casa Cher.

Situación

El terreno de 20m x 30m sobre el que debíamos intervenir se encuentra en el borde de la urbanización del bosque de Mar Azul,  Argentina, frente a un gran predio de características paisajísticas similares.

Este territorio de médanos fijados por acacias y pinos marítimos aún no ha sido loteado y para los comitentes esa condición era una característica muy valorada ya que todo hace suponer que se mantendrá así por un largo tiempo y ellos podrán disfrutar de vistas a un paisaje privilegiado sin construcciones que lo modifiquen.
El lote algo más elevado que los terrenos lindantes, no presenta diferencias de nivel muy marcadas. Su superficie es suavemente ondulada y está muy forestado.

Programa

Necesitaban contar con dos dormitorios, dos baños, uno de ellos en suitte y un lugar común (con la cocina integrada) lo más generoso posible.

Les sugerimos que dado que lo hijos eran adolescentes parecía lógico brindarles la posibilidad de tener dormitorios separados pero como la superficie no podía aumentarse le plantemos hacerlos angostos, tipo camarote (les mostramos imágenes de dormitorios de esas características).

La idea les pareció aceptable siempre y cuando esos espacios no resultaran muy encerrados.

Propuesta

El relieve particular del lote, las vistas lejanas a ese bosque no urbanizado y la particularidad de la composición familiar, son los temas que hacen singular a esta casa con una propuesta estético constructiva similar a las otras construidas por el estudio en Mar Azul.

Dentro de una volumetría elemental (un prisma con su lado mayor paralelo a la calle) resolvimos una organización de espacios a medios niveles que aprovechan la natural ondulación del predio.
Es así que los dormitorios se proyectaron en dos plantas para de esta manera ofrecer mayor independencia entre las actividades de los padres y los adolescentes.
A medio camino entre estos lugares de descanso se planteó la zona de reunión de la familia, vidriada en sus lados mayores buscando las vistas lejanas al bosque vecino y al paisaje del propio lote.

Todos los ambientes en contacto con el terreno se prolongan al exterior mediante decks a diferentes alturas relacionados entre sí con una escalera.

Organización funcional

Se accede a la planta principal de la casa salvando un desnivel a través de una escalera de hormigón.

Una vez atravesada la puerta de entrada y desde un pequeño hall se observan los dos tramos de escaleras que llevan, medio nivel hacia arriba, al dormitorio principal con su baño incorporado y medio nivel hacia abajo, a un espacio de doble altura semi-enterrado en el médano desde el que se accede al baño general y a los dormitorios camarotes.

Desde estos se puede salir a un patio también semi-hundido que sirve de expansión de los mismos pero sobre todo es utilizado como recurso para hacer indefinido el cierre de uno de los lados y que de esa manera queden también integrados al paisaje.

La planta de acceso es un espacio único donde mediante diferencias de altura y tabiques de hormigón quedan definidos los lugares para cocinar comer y estar.

Construcción

La vivienda se desarrolla dentro de un prisma de hormigón y vidrio que no destaca los diferentes niveles en que está resuelta. Para eso dos grandes vigas que recorren los lados más largos se van resolviendo como simples o invertidas permitiendo así diferentes posiciones de la losa de cierre.
En el sector del estar comedor esta situación se aprovecha para crear con la diferencia de altura no sólo sectorizaciones funcionales sino también vistas hacia la copa de los árboles en la separación entre losas. Se utilizó un hormigón H21 con el agregado de un fluidificante para que esta mezcla con escasa cantidad de agua al fraguar resulte de mucha compacidad y no requiera de impermeabilización.

Los tabiques interiores de ladrillos huecos están revocados y pintados con latex blanco, el piso es de paños de alisado de cemento divididos por planchuelas de aluminio.
El encuentro entre muros y el suelo se resolvió con un perfil rehundido de aluminio a manera de zócalo.

Las aberturas son de aluminio anodizado color bronce oscuro.

El sistema de calefacción, dado que no existe gas natural en la zona, se resolvió con un sistema que combina salamandra, estufas a gas envasado y estufas eléctricas.

Mobiliario

Salvo la cama matrimonial y los sillones y sillas el resto del equipamiento de esta vivienda está resuelto en hormigón.
Incluso las camas de los dormitorios camarotes son losas perforadas resueltas en voladizo.

Planos

Fotos

Gustavo Sosa Pinilla