Arquitecto
Año de Construcción
1954-1955
Ubicación
San Angel, Distrito Federal, México

Introducción

Después de su estancia en Marruecos en 1952 Barragán regresa con la inquietud de recrear los espacios y colores que le maravillaron durante su estancia en el país africano. Los primeros acercamientos espaciales fueron los esbozos para el convento de las Capuchinas Sacramentarias, pero es con la casa en Chimalistac cuando logra recrear su lenguaje.

Antonio Gálvez conoce la casa del arquitecto y queda impresionado por la originalidad de la misma, encargándole que construya su residencia en Chimalistac. Barragán desarrolla un proyecto que guarda mucha semejanza con los espacios de su casa de Tacubaya, pero logra atmósferas más iluminadas, ligeras y coloridas. La casa tiene un contacto visual con los exteriores, generando un diálogo poético entre ambos, un universo aislado donde discurrir la vida diaria.

Situación

En 1954 la zona de Chimalistac guardaba el carácter colonial, tradicional y nostálgico de un pequeño pueblo dentro de la Ciudad de México, con calles empedradas, estrechas y pintorescas.

Entre sus barrios tradicionales es el de San Ángel, en la parte sur de la ciudad de México, donde se levantó la casa de Antonio Gálvez, en la calle Pimentel 10, México D.F

Concepto

En la construcción de la casa Galvez, Barragán pretendía introducir un ambiente moderno en la tradicional construcción de México, que a su vez formara parte del lugar, que se pudiera realizar con materiales de la zona y que permitiera crear confort en los interiores.

Los pasillos interiores y los recorridos de esta casa son una evocación de las medersas del norte de África que tanto calaron en el espíritu de Luis Barragán a la vez que una síntesis entre lo indígena y lo hispano, lo moderno y la tradición, lo regional y lo internacional, el rigor geométrico y la sensibilidad poética, la razón y el sentimiento.

Espacios

“Embrujar un lugar, embrujar los patios, los rincones de los jardine…” Luis Barragán.

 

Los espacios están definidos por una serie de pasajes interiores que unen y fragmentan los ambientes, a la vez que los multiplican, ocultándolos en algunos casos y en otros exponiéndolos a la percepción visual.

Estas rutas están formadas por elementos puramente arquitectónicos, que son los ángulos claramente definidos de los muros y los planos que éstos crean y por el juego de luz, con zonas muy brillantes y otras semi oscuras que van indicando los grados de intimidad de las estancias.

Un muro muy utilizado en esta construcción es el muro de media altura, que no llega al techo y permite compartir áreas íntimas con otras más públicas, como sucede en la guardilla, un lugar íntimo que a través del muro que no llega al techo permite la continuidad con otras áreas.

Existen otros elementos que influyen en la percepción del espacio, como los grandes ventanales que permiten observar el jardín. Los suelos tanto del salón como del exterior están al mismo nivel, estableciendo continuidad entre el interior y el exterior.

En contraposición al gran ventanal que comunica con el jardín hay otra ventana muy pequeña en el muro que da al exterior y situada a gran altura, cuya única finalidad es dar un poco de luz y ventilar cierta parte de la casa, ya que Luis Barragán protegía en sus construcciones la intimidad de cara al exterior, la intimidad doméstica del exterior urbano.

La casa tiene tres niveles, contando con la terraza y ocupa una superficie de 10,80 por 16,30 metros.

Acceso

Hall entrada

Dos muros pintados de blanco, con un pequeño desplazamiento entre ellos conducen en un pequeño vestíbulo pintado de rosa al acceso a la casa. Como es característico en las obras de Barragán una larga secuencia de entrada entre la calle y el espacio distribuidor permite pasar a la zona privada.

Sala de estar

La sala de estar, de doble altura, está dominada por la vista que desde un gran ventanal se tiene del estanque. Barragán también diseñó parte del mobiliario de esta sala y del resto de la casa, donde los colores y los elementos decorativos mexicanos son los protagonistas.

El espacio exterior que contiene el estanque, está definido por dos grandes muros de color rosa que otorgan al ambiente una atmósfera suave a la vez que expresan el contenido de toda la casa en este sitio, que sin ninguna función definida solo tiene agua, paredes y luz.

Salón comedor

Salón comedor

Los diseños de Luis Barragán siempre presentan una escena llamativa, según la función del espacio.

En este salón dividido en dos ambientes el arquitecto ha creado profundidad plantando un gran árbol delante de la ventana y colocando a la distancia un muro color azul.

Patios

 

En la casa Gálvez se pone de manifiesto la interacción entre el jardín y los interiores tan característicos de la obra de Luís Barragán.

Hay dos patios, el trasero y el interior. En el primero la vegetación se distribuye libremente sobre el césped, aunque en las partes más cercanas a la casa, aparecen algunos árboles atrapados por la arquitectura. Se compone de diversas terrazas en las que se utilizan diferentes texturas y colores. El “Patio Rojo” en el extremo norte, el Azul en otro extremo.

En el patio interior se repiten grandes árboles en algunas de sus esquinas, combinados con un estanque que los acompaña y que juega con los reflejos sobre la cristalera del salón.

Los patios ajardinados están recorridos por senderos empedrados y por escaleras que van ascendiendo según la inclinación natural del terreno, en cuyas paredes las siluetas de los árboles ofrecen un constante cambio visual.

Salón de pintura

Un patio compuesto por agua, color y luz conforma un espacio abstracto creado principalmente como paisaje para el salón de pintura

Otras dependencias

En la planta primera también encontramos la cocina, un garaje, un estudio, un amplio hall entre el estudio, la sala de estar y las dependencias de servicio.

Materiales

Muros

A los muros que en el movimiento moderno son puros y planos, Luis Barragán agregó detalles de influencia mexicana, imprimiéndoles mayor volumen y escala, a través de los estucos, el color y la luz.

Los muros del patio interior son color rosa, los cuales con ciertos rayos de luz proyectan sensación de calidez e intimidad que se transmiten al interior de la casa a través de un gran ventanal. La superficie gruesa y rústica se consigue con la aplicación de mortero mezclado con gravilla y que antes de secar es “arañado” para lograr los surcos del revestimiento.

“La importancia de los muros es que aíslan el espacio de la calle, que es agresiva, inclusive hostil. Los muros crean silencio. A partir de ese silencio empezamos a hacer música con el agua. Después la música nos envuelve……” Luis Barragán.

Agua

 

Otro de los elementos característicos de la obra de Barragán, en este caso, es una delgada lámina de agua en el patio interior.

Vidrio

La utilización de grandes cristaleras sólo se realizó en los ventanales que daban al interior, al jardín, ya que Barragán condenaba la utilización de vidrio hacia el exterior porque disminuía el grado de intimidad de una casa.

Color

 

Presente en toda la casa sirve para acentuar sensaciones. En el techo del hall de entrada el rosa se extiende hasta el final del porche intensificando su profundidad. El verde del jardín complementa los otros colores de la vivienda.

Tinajas

Las grandes tinajas de barro, características de la cultura mexicana, aunque elemento decorativo, pasan a formar parte de la arquitectura de la casa, sirven para definir el carácter de la misma. Se encuentran distribuidas en los dos patios contrastando su voluptuosidad y color con los muros planos y cromáticos de la construcción.

Pavimentos

Los senderos y escaleras exteriores están cubiertos con piedras partidas, como las antiguas calles empedradas del pueblo. En algunas zonas del jardín, los suelos son de madera deck dejando los espacios necesarios alrededor de los árboles y agrandándolos cuando el crecimiento del mismo así lo requiera.

Sectores del jardín están cubiertos con piedra volcánica y en algunos salones hay paredes revestidas con madera.

Planos

Fotos