Monasterio de Sankt Gallen
Introducción
Uno de los documentos histórico-artísticos más importantes de todo el medievo es el plano de Sankt-Gallen. En él, podemos ver cómo los monjes del siglo IX realizaron el proyecto de un monasterio, indicando no sólo la topografía del conjunto sino que se preveían también criterios y fórmulas modulares para su construcción según diferentes tamaños. El plano fue dibujado con tinta roja sobre cinco hojas de pergamino, con una superficie de 77×112 cm.
Un letrero nos explica que fue compuesto por un personaje importante, pues se dirige a Gozberg, abad de Sankt-Gallen de 816 a 837, con cierta familiaridad.
La razón de la elaboración de un prototipo y de una copia viene al caso ante el cambio en el modo de vida que se está introduciendo en los monasterios, y ha sido ya discutido en dos sínodos. Los cambios discutidos y acordados requieren de un nuevo grado de habitabilidad en los espacios monacales que, por lo visto, no se logra plenamente en los espacios anteriores tradicionales.
Pero lo que se ha discutido y acordado en los sínodos son acciones que afectan la vida diaria y, en consecuencia, no son formas arquitectónicas fijas lo que se está buscando. Por lo tanto, caben los intentos de mejorar los espacios en busca de un partido arquitectónico ideal, que queda sujeto a la búsqueda de todos los abades y autoridades involucradas y a las experiencias obtenidas con las nuevas soluciones.
Mientras es claro que el Plano fue elaborado específicamente para obsequiarlo al abad Gozberto, queda la incógnita sobre quién es el que lo envió. Los candidatos se han sucedido a través de los años, a partir de la atribución hecha por Dom Mabillon, en 1704, proponiendo al monje Eguinardo, asesor y biógrafo eminente de Carlomagno. Se ha mencionado también a Gerungo, personaje prominente en la corte carolingia; a Frontario, obispo de Toul, conocido por sus habilidades como constructor; a Ansegio, abad de Fontanella; a Rábano Mauro, abad de Fulda; a Regimberto, bibliotecario y director de la escuela monacal de Reichenau, y finalmente a Heito († 836), obispo de Basilea de 803 a 823 y abad de Reichenau de 806 hasta su retiro en 823. Finalmente la atribución al obispo-abad Heito ha quedado fundamentada razonablemente
Interpretación del plano
¿Cómo comprender lo que el Plano trata de comunicar?
Nos parece claro que, explicado en términos contemporáneos, se trata del programa arquitectónico de un conjunto monacal, expresado en una forma, ciertamente muy original, medieval. Ahí están las necesidades que debe satisfacer el monasterio —no listadas, como lo haríamos ahora, sino en un croquis gráfico que muestra la dependencia de unos locales con relación a otros. Es decir, se trata de un programa de necesidades pero, al mismo tiempo, de una guía gráfica de funcionamiento —una especie de organigrama—, todo en un mismo esquema.
Todos los elementos del conjunto se agrupan acomodándose dentro de un rectángulo, que de ninguna manera sugiere o insinúa que así se construyan.
Simplemente ocupan el espacio disponible en la hoja de pergamino.
Concepto
Los investigadores consideran que este plano debe reflejar la normativa acordada en varios concilios celebrados en Aquisgrán para tratar de la reforma de los grandes monasterios. Estos criterios fueron recogidos por un edicto imperial el año 817.
La posibilidad de aplicar una escala al posible tamaño del templo, el trazado modular en la concepción del conjunto y el organizar la clausura y los servicios con una racional funcionalidad son aspectos que durante la Europa de las invasiones se habían perdido. En estas pequeñas ciudades sagradas apreciamos normas de trazado urbanístico, casi hipodámico, que había sido abandonado en las que se consideraban ciudades de la época, nacidas espontáneamente por simple adecuación a las circunstancias sociales y topográficas.
Espacios
El examen detallado del plano nos muestra la diferencia entre el elemento característico —el núcleo básico templo-claustro— y las partes complementarias.
En términos generales, es el núcleo característico el que está detallado con espesores de muros y distribución esquemática de mobiliario. Este núcleo es el que se acerca más al partido arquitectónico construible. Por lo que toca a las partes complementarias, vemos que pueden ser identificadas porque, en general, no tienen espesores de muros, sino líneas que delimitan sus áreas, pero no se muestra ninguna diferencia.
Podemos apreciar las estructuras de un palacete, de una enfermería, hospederías, escritorios, almacenes, tahona, cuadras, letrinas, graneros, incluso la ordenación de huertos y jardines. El mayor interés radica en la presencia de un claustro ordenado tal como lo podríamos ver igual en los siglos del románico y del gótico.
La importancia de cada elemento puede captarse en el grado de detalle en que está dibujado. No hay muro perimetral ni muralla circundante, porque no se trata de un terreno real. Por la misma razón, tampoco hay una puerta o acceso claramente indicados para acceder al conjunto.
El núcleo básico
Con relación al núcleo básico, si observamos los pocos monasterios procedentes de la época carolingia de los cuales se tienen datos, observamos que los templos tienden a la forma cuadrada y no tienen el claustro adosado a uno de sus muros laterales.
Gracias a las observaciones recientes de Werner, buscando la semejanza de soluciones carolingias a los distintos ensayos, observables bajo rayos ultravioleta en el Plano, ahora sabemos que antes de los sínodos de 816 y 817 sucedía lo siguiente en los monasterios:
- Las naves del templo, en número de tres, unidas, tenían la forma aproximada de un cuadrado.
- Contaban con uno o dos transeptos, el primero antecediendo al ábside, y otro posible a la entrada del templo.
- No era común la posición del claustro adosado a un lado del templo.
- Los monasterios relacionados con Benito de Aniano muestran naves en forma más alargada con dos absidiolas además del ábside principal, pero sin el claustro adosado lateralmente.
Se ha mostrado que una de las soluciones desechadas en el Plano de Sankt Gallen incluía un transepto en el extremo occidental de la nave, pero fue borrado después de haber sido trazado y entintado. Al suprimir este transepto, la nave se alargó hasta dar la proporción de doble cuadrado.
El claustro
El claustro, en efecto, no es un patio dejado al centro de un gran edificio en forma de “C” invertida, adosada al templo.
El claustro se forma con tres edificios independientes, que se tocan en las esquinas y se adosan al templo, para formar el espacio abierto central.
El claustro, sin embargo, cuenta con corredor perimetral cubierto, cuya techumbre tiene que ser la prolongación en forma de alero de las cubiertas de los cuatro edificios involucrados.
Nos parece que este detalle de los aleros para el corredor del claustro revela que el autor del plano pensó en las técnicas de construcción con madera.
Sin embargo, no podemos olvidar que, en el campo de la construcción, un logro notable del periodo carolingio fue la recuperación y difusión de las técnicas romanas para construir con piedra, desaparecidas del ámbito europeo desde la caída del Imperio Romano.
La hospedería
Recordemos que ya en el Plano de Sankt Gallen hay lugar especial para alojar a monjes peregrinos.
Así pues, parece que todo mendicante europeo conocía bien la vida interior de los monasterios, por haberse alojado en ellos en múltiples ocasiones, y en consecuencia apreciaba las condiciones que encontraba para descansar, para estudiar, para rezar y asistir a las ceremonias litúrgicas, etc.
Los huertos
La autosuficiencia, circunstancialmente impuesta al monasterio, hizo que volviera a tener huerto de grandes dimensiones, con cuyo producto se ayudaba a dar alimento a los grupos de adolescentes que apoyaban a los predicadores en sus correrías misionales y que trabajaban al derredor de los monasterios en una gran multitud de tareas diarias.
También existían establos donde alojar al ganado del cual se aprovechaba todo. Se utilizaba la leche, se elaboraban quesos, yogures, etc. Y finalmente se sacrificaba al animal para alimento.
Materiales
Parece que este detalle de los aleros para el corredor del claustro revela que el autor del plano pensó en las técnicas de construcción con madera.
Sin embargo, no podemos olvidar que, en el campo de la construcción, un logro notable del periodo carolingio fue la recuperación y difusión de las técnicas romanas para construir con piedra, desaparecidas del ámbito europeo desde la caída del Imperio Romano.