Arquitecto
Promotor
MASP
Diseñado en
1956
Año de Construcción
1956-1968
Ubicación
Sao Paulo, Brasil

Introducción

El edificio del Museo de Arte de Sao Paulo conocido como MASP es una de las principales obras de arquitectura moderna de Brasil, siendo uno de los íconos de la renovación de la ciudad. Fue diseñado por la arquitecta italiana, nacionalizada brasileña, Lina Bo Bardi, en 1958, constituyendo su obra más importante.

La historia del edificio comienza cuando el marido de Lina Bo Bardi, Pietro María Bardi conoce a Assis Chateaubriand en 1946. Bardi, periodista y crítico de arte italiano, junto a Chateaubriand, abogado, periodista y empresario propietario de los Diarios y Emisoras Asociadas de Sao Paulo proponen crear un nuevo museo de arte contemporáneo en Sao Paulo.

Inicialmente, el MASP funcionó en la segunda planta del edificio de los Diarios asociados, con una superficie aproximada de 1000 metros cuadrados, inaugurado el 2 de octubre de 1947. Sin embargo, la arquitecta planteó desde el comienzo, la necesidad de una sede propia.

La propuesta era realizar exposiciones periódicas, promover los aspectos didácticos del arte con concursos y conferencias y abrir también escuelas sobre temas poco difundidos. Bardi quería generar un “museo vivo” y encontró en Brasil el escenario perfecto para su objetivo.

Promovido por la Alcaldía Municipal de Sao Paulo, el edificio fue levantado en el terreno del antiguo Belvedere de Trianon, en la Avenida Paulista. El solar había sido donado a la Alcaldía por el ingeniero Joaquín Eugenio de Lima, constructor de la Avenida Paulista y precursor del urbanismo moderno en Brasil. La donación se realizó con el compromiso expreso de que no se construiría en él una obra perjudicial a la amplitud del panorama urbano. A partir de estas premisas, surgió el proyecto que se terminó de materializar en 1968.

En el MASP se inauguraron escuelas de grabado, pintura, diseño industrial, escultura, ecología, fotografía, cine, jardinería, teatro, danza y hasta moda.

La histórica pinacoteca se completó con obras del escultor francés Degas, pinturas de Van Gogh, Velázquez, Renoir, Goya, Ticiano y Picasso, entre otros artistas, que Pietro María Bardi compró entre 1947 y 1953 en Europa.

Entre 1996 y 2001, la administración del Museo emprendió una amplia y polémica reforma. Muchos arquitectos anotan que las reformas causaron la des configuración del proyecto inicial.
A partir de 2003, el edificio fue protegido por el Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional.

Situación

Se encuentra en punto privilegiado de la ciudad, el cruce entre dos ejes viarios superpuestos, Avenida Paulista y el túnel de la Avenida 9 de Julho. Un lado del terreno da a la calle y el otro al Parque Trianon, donde antiguamente se ubicaba el Belvedere de Trianon. Desde allí se puede ver el centro de la ciudad  de Sao Paulo y la Sierra de Cantareira.

Concepto

El edificio se proyecta como un contenedor de arte que debe dinamizar culturalmente la zona donde se implanta. Con una arquitectura simple, comunica de inmediato aquello que en el pasado se llamó monumental, instando el sentido de lo colectivo, de la ‘dignidad cívica’.

La arquitecta concibe el museo “más allá de los límites”. El proyecto se materializa como un gran volumen suspendido dejando la planta libre, apoyado sobre cuatro pilares entrelazados por dos gigantescas vigas. Con los elementos estructurales de hormigón y el contenedor vidriado, recuerda la arquitectura de Mies Van der Rohe. Además, un volumen enterrado toma la diferencia de nivel entre las dos avenidas.

Al adoptar este partido, se respetó la condición impuesta por el donante del solar. La elevación del edificio sobre la acera, permite a los transeúntes pasar por debajo de este, sin interrupción en la misma.

El volumen elevado se encuentra suspendido a ocho metros del suelo. Con una extensión total de 74 metros entre apoyos, la obra constituyó la mayor planta libre del mundo en su época.

Espacios

Ocupa aproximadamente 10 mil metros cuadrados.

La cubierta del basamento constituye una gran plaza. Dentro del basamento se encuentra un extenso hall cívico sede de reuniones públicas y políticas, un teatro – auditorio y un pequeño auditorio con sala de proyecciones.

En el volumen suspendido se ubican la pinacoteca con sus escritorios, salas de exposiciones temporales, salas de exposiciones particulares, una fototeca, filmoteca y videoteca.

Para exhibir las pinturas, la arquitecta utilizó láminas de cristal templado soportadas por un bloque de base que imitaba el hormigón. Esto rememoraba la posición del cuadro sobre el caballete del artista. Actualmente, esas bases no se utilizan.

El vacío que constituye la plaza seca y hall de entrada al edificio toma gran importancia en el proyecto. Éste articula ambos lados del edificio con la ciudad: por un lado los edificios de la avenida Paulista que se encuentra al mismo nivel de cota que el vacío, y por otro lado, el espacio que se abre en las cotas escalonadas hasta el interior del túnel de la avenida 9 de Julio. El vacío brinda al proyecto un espacio de aire y sombra entre los altos edificios de la ciudad.

La idea de vacío, de aire, se relaciona con la forma de exposición dentro del museo y expresa también un concepto de tiempo, en donde el espectador es el que domina y gestiona el espacio y no al revés. El gran espacio libre, tanto exterior como interior es gestionado por el visitante, sin obligarlo a tomar una dirección u otra sino que se mueve libremente. El individuo es el fundamental, es el que hace suyo el espacio en la manera en que quiera tomarlo.

Una escalera al aire libre y un ascensor en acero y vidrio permiten comunicar los niveles. La escalera representa tanto el paso del pasado al futuro, la idea de tiempo, como una forma de articular el espacio, un sitio de encuentro entre el exterior y el interior. En un extremo del vacío, recoge a los visitantes actuando como un imán, los prepara y los hace ascender lenta y pausadamente a través de esta escalera con descansillo, una escala humana dentro de un vacío de escala desmesurada.

Todas las instalaciones, incluyendo el aire acondicionado se dejaron a la vista.

El Belvedere se transformó en una plaza con plantas y flores alrededor, y rectángulos de pavimento que rememoran la tradición ibérico-brasilera.

Con la reforma de 2001, se efectuó una impermeabilización general. Las vigas se pintaron de rojo lo que marcó aún más su estructura, la cual salva 70 metros de luz en su dirección longitudinal. También, se realizó un cambio en el piso original, que había sido escogido inicialmente por la arquitecta Lina Bo Bardi, además de la instalación de un segundo elevador, la construcción de un tercer subsuelo y la sustitución de los espejos de agua por jardines.

Materiales

Se utilizó hormigón visto, cristal templado y paredes plásticas. Los pavimentos son de caucho negro tipo industrial en toda la obra excepto en el hall cívico donde se revistió con piedra goiás,

Estructura

Vigas de hormigón pretensado.

Planos

Fotos