Casa del Fascio
Introducción
Cuando pensamos en países que vivieron bajo el mando de regímenes totalitarios y en la arquitectura que se construyó durante eso años solemos pensar en un regreso al neoclasicismo, estilo que debía traer consigo esa estabilidad e imposición tan buscada por los gobiernos. Pero ¿Qué pasa sin embargo cuando este régimen totalitario se da en la misma cuna de la arquitectura clásica?
El partido fascista prometía el renacimiento de Italia y junto con ella de todos los italianos, que su raza era única y superior, etc. Parece por lo tanto un buen momento para, en este renacimiento del país y de la raza, comenzar a desligarse de su legado histórico, ya que este es el que había “matado” al país, y de él había que “renacer”, a diferencia de otros países que buscaban mediante estilos neoclásico la memoria de lo que fue el imperio romano.
Para lograr imponer su ley con éxito el partido necesitaba de sedes no sólo en las ciudades más importantes, sino también en poblaciones de menores dimensiones. Una de estas sede la encontramos en la localidad de Como. Encargado el proyecto a Giuseppe Terragni la Casa del Fascio debía ser ejemplo de estabilidad, seguridad y superioridad, dejando al pueblo italiano muy claro que el partido era quien tenía el poder y todas las respuestas.
Situación
La sede del partido fascista proyectada por Terragni se sitúa en pleno centro histórico de la localidad de Como, unos cincuenta kilómetros al norte de Milán, Italia.
La dirección exacta es el número 4 de la Piazza del Popolo
Concepto y Espacios
La Casa del Fascio es un edificio con una gran carga simbólica. Recordemos que en un país con una carga histórica tan importante como puede ser Italia Terragni no sólo era defensor del movimiento moderno, sino que además aseguraba que este y la tradición clásica no eran inconciliables sino que, al contrario, debían combinarse.
El edificio se presenta como un medio cubo perfecto, de 33 metros de lado en la base y 16,5 metros de altura.
Los temas de proporción eran cuidadosamente estudiados por arquitectos modernos como Le Corbusier, pero no olvidemos que también fueron de vital importancia en la arquitectura griega y romana. Ya desde la definición del volumen vemos como Terragni busca ese acercamiento entre lo clásico y lo moderno.
Para acceder al edificio la fachada frontal cuenta con una escalinata de 3 escalones que se extiende a lo largo de toda la entrada. Una vez salvados nos encontramos en un porche que precede a la entrada. La escalinata y el porche perimetral (en el caso griego) o frontal (en el caso romano) eran dos rasgos característicos de los templos clásicos.
Una vez en el interior encontramos que el cubo ha sido vaciado en su parte central, dando lugar a un atrio con cubierta de cristal a la altura del segundo piso. Este espacio debía servir para la organización de eventos, lectura de discursos, etc. En él se reunirían los militantes del partido y cuando el espacio fuese insuficiente las puertas de entrada podrían retirarse por completo fundiendo los dos espacios, plaza y atrio. Alrededor de este atrio se sitúan, formando un pasillo en forma de “U” las distintas salas, oficinas, etc.
Esta disposición en planta nos recuerda un poco, aunque a menor escala, a la que tuvieron los foros romanos, con un gran espacio central donde se celebraban las ocasiones especiales rodeado por un perímetro de espacios más recogidos. O porqué no, también a las plantas de las basílicas o catedrales.
Las proporciones de las fachadas están estudiadas desde las matemáticas como ya hemos dicho, pero la relación entre lo moderno y lo clásico no se queda aquí. Terragni se vio obligado a romper su cuadricula perfecta en la fachada principal con un paño ciego que debía servir para exponer la publicidad del partido (algo muy típico de las vanguardias rusas) y quiso aprovechar esta imposición para forrar dicho plano de mármol blanco, el mismo en el que se contraían los templos.
Vemos pues que el proyecto de Terragni es un edificio moderno sin lugar a dudas, pero que a su vez no olvida la tradición del país. Terragni nos muestra como la relación entre lo moderno y la clásico no es una contradicción, sino más bien una lógica evolución.
Estructura
Terragni logra racionalizar la estructura al máximo. Crea una maya de pórticos de hormigón armado, pero no sólo esparce esta cuadricula por las dos direcciones del plano horizontal, sino que lo hace en las tres direcciones del espacio, como si el medio cubo que es el volumen del edificio se descompusiese a su vez en cubos más pequeños.
La estructura se compone de ocho pórticos en cada fachada que se repiten a lo largo de los cuatro pisos de altura que tiene el edificio.
Materiales
Los materiales principales que Terragni utilizó fueron pocos, pero todos ellos escogidos con alguna finalidad simbólica, además de solucionar, evidentemente, los aspectos prácticos del uso diario del edificio.
La estructura es de hormigón armado en su totalidad. Paredes y suelos se revistieron de mármol con distintos tratamientos. Son abundantes los cerramientos de vidrio, dando esa sensación de transparencia que funden el interior del edificio con el exterior, haciendo de esa fortaleza del poder un lugar “accesible” para todos.