Casa Luis Barragán
Introducción
La Casa Luis Barragán, construida en 1948, representa una de las obras arquitectónicas contemporáneas de mayor trascendencia en el contexto internacional.. Es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos. La influencia de Luis Barragán en la arquitectura mundial sigue creciendo día con día, y su casa, conservada con fidelidad tal como la habitó su autor hasta su muerte en 1988, es uno de los sitios más visitados en la Ciudad de México por los arquitectos y los conocedores de arte de todo el mundo. Este museo, que comprende la residencia y el taller arquitectónico de su creador, es propiedad del Gobierno del Estado de Jalisco y de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán.
Situación
La casa estudio de Luis Barragán se levanta en los números 12 y 14 de la calle de General Francisco Ramírez, en la Ciudad de México.
La elección de esta pequeña calle en el antiguo barrio de Tacubaya es, por sí misma, una de las primeras declaraciones en el manifiesto de esta obra. Hablamos de un barrio popular que, a pesar de las presiones del desarrollo urbano, lucha hoy por conservar algo de su carácter singular.
El barrio estaba constituido por modestas casas de pequeña escala y por la tipología tradicional de la vivienda popular colectiva en la ciudad de México: la vecindad. Complementan este contexto la cercanía de los talleres de oficios, las tiendas de abarrotes, las distribuidoras de materiales de construcción y las fondas.
Concepto
En ésta casa procuró desarrollar un ambiente exclusivamente de su gusto personal, procurando que tuviese rasgos tanto de la arquitectura popular como de los antiguos conventos de México, y que fuese a la vez una expresión de la arquitectura contemporánea.
Espacios
Planta baja
Portería
La fuerte sensación de límite que establece el paramento hacia la calle queda reiterada por el primer espacio de la casa. Este acceso de dimensiones reducidas que tiene una luz teñida por un vidrio amarillo en una reinterpretación de un espacio tradicional. Aquel que provoca la pausa que antecede a la casa mexicana o a la mediterránea, a los conventos o a los monasterios.
La portería funciona como un lugar de espera y, al mismo tiempo, como un espacio donde se preparan los sentidos. Estos son puestos en un estado expectante por la acción directa de una paleta de materiales precisa, escasa en variantes, pero generosa con ellos: madera, piedra y muros encalados.
Vestíbulo
Esta segunda puerta, separa la penumbra dorada de la portería de la luz intensa del vestíbulo, que es elaborada por un mecanismo de reflejos. Desde el plano amarillo del exterior, la luz incide sobre una superficie dorada de un retablo barroco y baña después al rosa intenso de los muros.
La experiencia cromática también puede ser leída como una secuencia complementaria. De esta manera el amarillo amielado de la portería satura la pupila para recibir al color rosa que es, a su vez, preparación y catálisis, si es que abrimos una puerta más y nos asomamos hacia la ventana del comedor que tiene el fondo verde intenso y sombreado del jardín.
La arquitectura del siglo xx había ya explotado la caja muraria para mostrar un espacio delimitado por planos sólidos o transparentes que se articulan en torno a dicho espacio. En este vestíbulo, sin embargo, la luz vuelve a llenar un espacio que se puede describir como si hubiese sido tallado en la materia blanca de los muros, lo que representa una forma substancialmente distinta de construir.
Ascendiendo por una rampa —tras el muro— se llega a un segundo espacio sobre el vestíbulo donde se encuentra un vestidor separado visualmente por muros que no alcanzan el techo y que le dan continuidad a toda la altura. Es un espacio fluido, moderno. Lo que no se contradice de manera alguna con el hecho de que este tallado de una manera ancestral.
Estancia
La transición hacia la estancia-biblioteca se logra con recursos que serán constantes a lo largo del recorrido. Un acento de escala, a manera de contracción, su consecuente sombra y el movimiento, nunca frontal ni directo, sino obligado a una directriz quebrada que concluye con una nueva dilatación del espacio, el aire y la luz.
La fachada poniente de la casa se distingue de la frontera prácticamente impenetrable de la fachada hacia la calle no sólo por su proporción de vanos, sino también en su concepción como un mecanismo de diálogo de la casa con su jardín.
Este es el caso de la gran ventana en la estancia. A través de esta fachada la naturaleza acompaña y provoca las experiencias de la vida que ocurren al interior. Frente al jardín, acompañándolo, se encuentra la estancia. Otra vez los materiales industriales están ausentes en el diseño de los objetos cotidianos. Sólo tenemos madera maciza, piel, fibras vegetales y lanas.
Biblioteca
La estancia es el primero de los lugares contenidos en esta espléndida doble altura del salón donde está la biblioteca. Este gran flujo espacial se haya dividido en recintos conformados mediante la introducción de varios planos de muros a media altura. Entre los dos planos blancos a media altura, se ha conformado un lugar de trabajo para la biblioteca donde se resguarda una mesa de madera gruesa.
Este rincón de muros bajos vuelve a aparecer tangencial a un recorrido que comienza a trazarse, ahora en espiral, hasta encontrarse de frente con la célebre escalera de tablones en cantiliber. Un plano abstracto se desdobla con ligereza y contrasta con la solidez pétrea de la escalera en el vestíbulo.
Aquí se ha propuesto una síntesis mínima de la escalera que nace del mismo material de la puerta hacia la que se dirige, en un solo gesto plástico
Comedor y desayunador
Desde la perspectiva del comedor, logra desprender la vegetación del suelo para añadir un color más en la composición. En este lugar se hace obligada la referencia a una de las figuras centrales en el desarrollo artístico de Luis Barragán. Se trata de Jesús Reyes Ferreira, aparece en la madurez del arquitecto Barragán como el maestro de gusto certero del que provienen fundamentales lecciones de color y composición.
En el desayunador la ventana se eleva una vez más y ya no tiene una posición frontal franca. El jardín se presenta entonces como una fuga superior de la perspectiva, en un lugar, probablemente el más íntimo de la casa, donde hay que resguardar la mirada entre muros.
En la cocina, amplia y bien iluminada, el jardín aparece sólo al abrir la puerta. Los vidrios translúcidos denotan aquí una jerarquía de ventana muy distinta a las antes descritas.
Planta alta
Habitación de huéspedes
Ésta y las dos habitaciones de este segundo nivel tienen como denominador común su espíritu monacal, no sólo por la economía de recursos con la que están resueltas, sino incluso por la selección del mobiliario y las texturas. En ninguna de estas habitaciones aparece, como no lo ha hecho en toda la casa, a excepción del desayunador, la luz artificial cenital y homogénea.
Cuarto blanco y habitación principal
En la segunda planta la vista del jardín está reservada para la habitación del arquitecto y la habitación de tarde o “cuarto blanco” como coloquialmente le llamaba. A estas se accede por una nueva válvula espacial, ahora amarilla, que concentra la luz de la mañana proveniente del vestíbulo hasta llevarla al interior de las recámaras
Vestidor
Es un lugar que comparte con el vestíbulo su misma espacialidad fluida y compleja. El vestidor es la invitación a descubrir la terraza pasando a través de una hendidura vertical, un sólido de luz amarilla por el que apenas asoman tres escalones de madera cuyas dimensiones sugieren un ascenso meditativo, solitario.
Terraza
Es una composición abstracta de paramentos desnudos que funcionaron como laboratorio cromático y cuya función arquitectónica es a la vez evocadora e insólita.
En la terraza es donde sucede el desenlace de la compleja construcción espacial y poética de la casa.
A partir de un simple barandal de madera que permitía la vista hacia el jardín, los muros perimetrales fueron elevados hasta la completa introspección.
Por otro lado, las múltiples variaciones cromáticas que se registran dejan pistas de la exploración que Barragán hace sobre la interacción del color con los espacios construidos.
La búsqueda de los orígenes desde los cuales la terraza ha evolucionado se vuelve múltiple: pueden encontrarse en la tradición musulmana de habitar los techos o en esos lugares abiertos por excelencia al acontecimiento urbano y hasta en el concepto anunciado por Le Corbusier de la quinta fachada moderna