Kunsthal
Introducción
El Kunsthal es una galería para exposiciones temporales con una serie de locales de apoyo que enriquecen su función primaria. Estas exposiciones temporales son de diversas características, desde una retrospectiva de Andy Warhol a muestras de coches compactos.
El Museo Kunsthal forma junto con el museo Boijmans van Beuningen y el Netherlands Architect Institute el triángulo cultural en el parque de los museos de Róterdam.
Terminado en 1992, el Kunsthal fue uno de los primeras proyectos de construcción salidos de la oficina Metropolitan Architecture (OMA), cofundado por el arquitecto holandés Rem Koolhaas, conjuntamente con Elia Zenghelis, Madelon Vriesendorp y Zoe Zenghelis. Koolhaas había llegado a la arquitectura después de años como cineasta y periodista;
Ubicación
Se halla emplazado en las cercanías del Puente Erasmus, en Róterdam, Holanda, dentro del área calma de un parque, junto a una avenida de intenso tránsito. Posee un gran espacio disponible para exposiciones de 3.300 m2. Su posición, atrapada entre una transitada carretera y la red de museos y espacios verdes conocida como el Parque del Museo, le permite funcionar como una puerta de entrada a los servicios culturales más preciados de la ciudad.
Koolhaas asume actitudes diversas frente a la ciudad contemporánea: de seducción, de sarcasmo, de amoroso reencuentro, de desprecio, pero siempre desde una actitud crítica. La coexistencia del Kunsthal con el entorno es compleja y contradictoria, expresa indiferencia respecto del edificio vecino, aunque retoma su forma en planta, desprecio hacia la avenida, aunque irónicamente se abre a ella; separación con el parque, aunque se integra visualmente a él; ensimismamiento en relación a la ciudad que lo rodea, aunque deja que las relaciones urbanas penetren el proyecto. En este vínculo conflictivo, no parece existir la necesidad de ordenar con el edificio la diversidad existente, sino más bien la de «permitir que las coas sean». Es como si la obra dijera que el espacio urbano es producto de una «alucinación colectiva» o de una «sociedad dislocada».
El sitio presenta una doble condición: el límite sur está bordeado por el Maasboulevard, una «carretera» en la parte superior de un dique. El lado norte, un nivel más bajo, se enfrenta al Parque del Museo con una contemplación convencional. El edificio fue concebido como una plaza cruzada por dos rutas: una, la carretera que corre de este a oeste, paralela al Maasboulevard, la otra, una rampa pública que extiende el eje norte / sur del Museum Park.
Concepto
Contenido en un prisma rectangular, el edificio es inmediatamente desarticulado en sucesivas aproximaciones; se lo pone en crisis, por ejemplo, con la diversidad de cerramientos que responden con autonomía a las funciones internas o a su relación con el contexto. Koolhaas hace intervenir el concepto de montaje mediante la aparición simultanea de elementos de distinta generación que, combinándose, dan lugar a un componente distinto. El resultado se expresa en una serie de imágenes cambiantes, diversamente integradas, de lecturas autónomas o parciales. La totalidad de la obra se ve fragmentada, recortada, como un inmenso «collage» cargado de intenciones opuestas y superpuestas, en donde las citas provenientes de distintos campos culturales se suman al conjunto.
El edificio, inscripto en un cuadrado, es cortado por rampas que definen un circulo peatonal continuo y dividen las áreas funcionales: auditorio, restaurante y oficinas, por un lado, y las salas para exposiciones, por otro. Sin embargo, el conjunto está permanentemente sometido a la presencia y a la ausencia o al acercamiento y a la distancia de unos locales con otros.
Una de las rampas comienza en el acceso del parque y lo conecta con la avenida atravesando el edificio; en este lugar es difícil definir si estamos adentro o afuera, como si se tratara de un problema de inclusiones; este elemento, además, es el enlace entre interior y exterior de la galería.
Una rampa escalonada (que conecta el auditorio con la terraza) se sitúa por arriba, a una cierta distancia, corriendo en otra dirección. Se forman intersticios que trasmiten sensación de inestabilidad e intranquilidad.
Una pequeña calle para el tránsito vehicular perfora el cuadrado perpendicularmente al tajo que producen las rampas.
Espacios
El Kunsthal combina 3300 metros cuadrados de espacio de exposición, un auditorio y un restaurante en un diseño compacto. Los planos del piso en pendiente y una serie de rampas bien organizadas proporcionan una conexión perfecta entre las tres salas de exposiciones grandes y dos galerías íntimas.
No hay articulación de componentes en las distintas caras; estas son crudas, directas, sin «vueltas». En el Kunsthal se desarrolla una exploración en torno a la «penetración»; el movimiento peatonal y los vehículos atraviesan el edificio. Las diversas corrientes, velocidades y ritmos constituyen parte del desafío proyectual; los intercambios y las conexiones se superponen, se yuxtaponen e interpenetran, según el caso. Estas «piezas en movimiento» crean flujos que estructuran desestructurando. Las rampas adquieren un rol protagónico como conectoras y como constructoras de la propuesta espacial. Es aquí donde el arquitecto trabaja mejor la indeterminación. la vivencia a través del recorrido, la presencia de la temporalidad, hacen desaparecer las referencias métricas y producen una experiencia de extrañamiento y desesperada búsqueda. El tajo en que se sitúan todos los elementos tiene límites ambiguos.
Las circulaciones, además de unir los diferentes puntos, crean cierta inestabilidad a través de los planos inclinados que obligan al desplazamiento. Corrompiendo la forma pura, la distorsión geométrica produce el desequilibrio. La recurrencia a la ascensión es el tema central del edificio. Aquí el edificio se hace permeable tanto en la relación exterior-interior como en la relación interior-interior.
Del «corte» realizado en la estructura del prisma emerge como un hito (una pseudotorre) el plano que contiene los servicios. Ligero y transparente de un lado, traslúcido del otro se levanta para afirmar la presencia del edificio en su función comunicativa, especialmente con la avenida.
Las salas de exposición pueden ser utilizadas en forma independiente o complementaria. Cada una mantiene su identidad. La inferior es un espacio cerrado, solo abierto hacia el parque. Sus columnas, troncos de árboles aluden al bosque perdido; el cielorraso pintado de negro retrotrae a la noche; la sala superior recibe la luz de los lucernarios: es puro día.
Estructura
En la estrategia proyectual de Koolhaas, las fuerzas estructurales se alinean respecto del plano de tierra, pero también de la nueva topografía concebida en el proyecto, y se lanzan en algunos sectores a una decidida independencia del orden natural. Las columnas inclinadas desafían la gravedad; las losas, grandes planos de soporte, se conciben como elementos de los cuales emergen las columnas de hormigón, de metal o de madera. La distorsión lograda no es ornamental, sino constructiva.
La estructura está dividida en dos volúmenes. Uno presenta un curso superior de revestimiento de piedra desde un registro inferior de vidrio, alternando franjas rectas y anguladas que están salpicadas por parteluces verticales regulares. La otra cuenta con una cubierta totalmente acristalada coronada por un techo plano de acero.
Materiales
El Kunsthal es de acero, hormigón, revestimientos de piedra, cristales, también chapa ondulada traslucida o placas de madera laminada. La fragmentación final es consecuencia de este «collage» de materiales y de elementos que se adhieren buscando su propio sentido. Cada parte sigue un juego autónomo «combinando estructura, cerramiento, revestimientos, color, textura».
El perímetro es diverso y complejo en su configuración, no solo por su materialidad, sino por la lectura de los elementos que lo componen, que van cambiando y trasmiten diversos significados.
Cada fachada habla una parte del idioma. La del parque, en el acceso norte, recibe al visitante con una rampa saliente que, como una lengua, espera devorarlo; divide los paneles acristalados con un lenguaje autónomo para el restaurante y la sala, mientras que para el sector superior prefiere una imagen pesada, cerrada y contundente, con un revestimiento de placas rectangulares de piedra. Este mismo material vuelve a calificar un sector pequeño de la parte baja de la fachada sur, que se abre a la avenida; el resto se resuelve con paneles de vidrio transparente que dejan ver la gran altura de la sala de exposiciones. Este sector concluye en la parte superior con una viga de color naranja que no pasa inadvertida, especialmente porque sobre ella aparece un pequeño nómade con su camello (estridente figuración en medio de tanta abstracción), que produce un cierto extrañamiento en lo cotidiano.