Metro de París
Introducción
El metro de París contiene 303 estaciones y 387 pasillos o vestíbulos. Aunque han sido muchas veces renovados, su diseño original es de estilo Art Nouveau. Esta imagen se intentó conservar en la restauración de 1999, mientras que a la nueva línea 14 se le ha querido dar un aire totalmente del siglo XXI.
Como todas las entradas a estaciones de metro, ésta también cumple con su cometido principal: ser visible desde la calle y mostrar las líneas de transporte a las que da acceso a través de su panel informativo.
El diseño de las primeras entradas del metro de París surge a raíz de un concurso organizado por la Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris, la Compañía del Tren metropolitano de París (CMP), en 1899, justo antes de la apertura y la entrada en funcionamiento de éste servicio. Aunque el ganador del concurso fue el arquitecto Henri Duray, el presidente de la CMP, Adrien Bénard, prefería el diseño del arquitecto municipal Jean-Camille Formigé. Más tarde propuso al arquitecto Hector Guimard (1867–1942), que mostraba un estilo Art Nouveau en su propuesta que atraería a los parisinos a utilizar este nuevo modo de trasporte. Con esta elección se llegó a un acuerdo con las autoridades municipales. Mediante este proyecto Guimard dio a conocer al gran público el estilo Art Nouveau con el que hasta entonces solo la clase pudiente estaba familiarizado.
Tras los diseños de Hector Guimard la CMP contrató al arquitecto Cassien-Bernard. Éste hizo propuestas de estilo neoclásico en piedra, totalmente diferentes de las expresivas entradas de Guimard. A finales de la Belle Époque las entradas al metro se encargaron a varios arquitectos que volvieron a utilizar el hierro en las barandillas pero de una manera mucho más austera que en las entradas originales. Hoy en día gran parte de las entradas de la línea que discurre de norte a sur de París, la línea 12, continúan siendo de estilo Art Nouveau, mientras que las entradas construidas a partir de los años veinte en adelante fueron diseñadas con un estilo cada vez más minimalista.
Réplicas del diseño original de París fueron exportadas a ciudades como Lisboa, Ciudad de México y Moscú. Aun así, fuera de París solo hay hoy en día un lugar en el mundo donde esta creación de Hector Guimard puede ser admirada. Se trata de Montreal. La RATP, la autoridad de transporte de París, donó ésta entrada a la ciudad en 1967 para conmemorar su colaboración en el diseño del metro. Se sitúa en la estación de la Plaza Victoria. Gracias a que la propuesta de Guimard se basaba en un diseño modular, la puerta de Montreal se pudo reconstruir a base de piezas de entradas al metro de París demolidas con anterioridad. A pesar de ello, algunos detalles como el cartel, el mapa del metro y las esferas de las lámparas son reproducciones hechas durante la restauración llevada a cabo entre 2001 y 2003. Las baldosas blancas sí que son del mismo tipo que las empleadas en las bocas del metro de París. El hecho de que el diseño de Guimard haya llegado tan lejos se debe a una visita del alcalde de Montreal, Jean Drapeau, a París en la época en que el metro de su ciudad estaba siendo diseñado. Drapeau vio como demolían la entrada de la estación de Étoile, hoy en día denominada Charles de Gaulle-Étoile, por lo que sugirió que ésta fuese trasladada a su ciudad.
Con el paso del tiempo la propuesta original de Guimard se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad de la luz, siendo reproducida en cantidad de objetos pensados para los turistas.
Situación
Este proyecto se distribuye a lo largo de la línea 12 del metro de París, Francia. Hoy en día se conservan varias de las entradas a las estaciones, entre ellas la de Porte Dauphine y la de Abbesses.
Inicialmente instalada en la calle Lobau, cerca del Ayuntamiento de París, fue declarada monumento histórico en 1970 y trasladada a la Estación de Abbesses en 1974, una estación de la antigua red Norte-Sur y con un estilo muy diferente al creado por Héctor Guimard.
La estación Abbesses es una de las más profundas de la red, 36m bajo rasante y también es la única que da acceso a Montmartre, zona célebre por sus artistas. En ocasión de la renovación de la estación en 2007, la RATP encargó a esta asociación de artistas «Paris-Montmartre» quince obras originales que armonizaran con los espacios de un entorno urbano único.
Siete creaciones fotográficas realizadas por el artista Jacques Habbas se adaptan a la forma helicoidal de la escalera que desciende a los andenes, convirtiéndose en un recordatorio sensible y multifacético de la zona servida por la estación, revelando mil caras, espectaculares o íntimas.
Concepto
Este proyecto de mobiliario urbano tiene un estilo claramente modernista, poco convencional en la época de su creación pero que fue bien acogido por la mayoría del público parisino. Como buen ejemplo de Art Nouveau ésta obra aprovecha las capacidades de los nuevos materiales industriales para crear formas de gran belleza inspiradas en el mundo natural, haciendo gala de un especial cuidado en los detalles.
Tal como sucedía en el proyecto de la Casa Coilliot, la entrada del metro de Hector Guimard cumple una doble función. Por una parte enmarca el acceso al metro mientras que a la vez sirve de propaganda o reclamo de este nuevo método de transporte. Para ello Guimard se sirvió de formas florales para delimitar la entrada e iluminarla con lámparas, dispuestas simétricamente, en forma de flores. El proyecto puede verse como un ejemplo del estilo modernista, en la que la arquitectura, el diseño y la publicidad se unen en un solo objeto o forma.
Con el objetivo de embellecer la ciudad, dar a conocer el estilo modernista y sacar provecho de los avances de la tecnología, Hector Guimard diseñó su propuesta de una manera modular.
Pese a que esta propuesta fue del gusto de la gran mayoría del público, hubo algunos a los que no gustó nada. Como muestra de ello tenemos el escrito de P. Agustín Cotard, “La provocation pornographique de M. Guimard et Bénard”, publicada en el Diario La Croíx, en París, el 17 de marzo de 1902 (traducción al castellano a cargo de Marisa García):
“Apenas dos años después de que el Sr. Hector Guimard se atreviera a cubrir la boca de la estación de metro de la Muette con un gigantesco abanico de vidrio –espantajo podríamos llamarlo, porque los sinónimos de este accesorio se limitan a la frivolidad, libertinaje y licencia moral–, la Compañía del Metropolitano de París se digna de nuevo a recurrir a los supuestos talentos de este señor. […]
El no-estilo del Sr. Guimard, que sus adeptos defienden atribuyéndole valor utilitario es […] una copia fea y brutal, en los materiales más vulgares, de las irregularidades de la naturaleza. Esta laxitud de formas revela la desenvoltura intelectual criminal de su autor.
El Sr. Guimard reproduce obscenamente lo que no merece ser reproducido, en lugar de emplear los talentos que le confió el Creador para loarlo, en la búsqueda de una perfección absoluta. […] En la estación Monceau, como en otras partes de París, los paseantes se ven insultados por las inmundicias pornográficas del Sr. Guimard.
El Sr. Guimard clama en todo París que él no desea otra cosa que “ocultar la fealdad que hay debajo”, y dice, además, que después de Eiffel, el Arte puede tener un valor utilitario. La estructura monstruosa del Sr. Eiffel en el Campo de Marte, si bien es una verruga que desfigura todo París, posee al menos, a pesar de sus materiales, una repetición perfecta de motivos, un rigor, una rectitud de la que el Sr. Guimard no sabe valerse.
El Sr. Guimard actúa licenciosamente, seamos conscientes, y no tiene otro objetivo que hacer que nuestros conciudadanos compartan sus perversiones. Las circunvoluciones vegetales de su anterior “creación” en la Muette nos chocan, evidentemente, por la lujuria de sus formas, propias para despertar las ideas de lujuria en los ciudadanos más débiles. […]
Las formas con las que decoró la entrada de la estación de Monceau aparecen como los desarrollos camales vergonzosos de la naturaleza. En cuanto a las dos ramas que encuadran lo alto de la escalera y se envuelven como un receptáculo de dos formas de vidrio pulidas, oblongas, esféricas, traslúcidas y sanguíneas, solo pueden tratarse de la metáfora que usa el Sr. Guimard desde hace unos años –y que nosotros combatimos sin falta– de la representación pública más odiosa e insoportable del sexo femenino.
Las recientes declaraciones del Sr. Guimard citadas por Combat no pueden ser más claras al respecto: “El Metro desplaza los hombres en la capital como los fluidos se desplazan en el cuerpo humano, y yo he querido, con esta entrada, indicar una semilla, un cambio de estado en el hombre, convertido en una partícula interior”. Estos propósitos anatómicos son elocuentes, y no podemos más que desear que su autor reciba los castigos que merece por sus obras”. – P. Agustín Cotard
Espacios
Guimard diseñó dos opciones para las entradas al metro, unas con un tejado de cristal y otras sin éste. El arquitecto estaba muy inspirado en las formas de la naturaleza y, tal como hizo en otras obras, las plasmó en este proyecto. A partir de su diseño se construyeron, entre 1900 y 1912, 141 entradas al metro, de las que todavía hoy se conservan 86.
El tipo de entrada con cubierta de cristal, llamada édicules, muestra un diseño en forma de abanico abierto. Algunas de las estaciones también incluían un panel opaco decorado con motivos florales y enredaderas. Algunos ejemplos de estas entradas de metro se encontraban en la Gare de Lyon, hoy en día desaparecida, y en la parada del Hôtel de Ville, situada a día de hoy en Abbesses.
Las entradas más bonitas se construyeron en las paradas de Étoile y de Bastille, en los extremos de la línea inaugural del metro de París, la línea 1. Ambas fueron destruidas en los años sesenta. Hoy en día solo se pueden ver tres entradas de metro que incluyen la édicule. Dos de ellas son originales, la de la Porte Dauphine y la de Abbesses, trasladada en 1974 desde Hôtel de Ville. La tercera se trata de una réplica hecha en el año 2000 en Châtelet.
El modelo más simple de entrada, sin cubierta de cristal, incluye un letrero en el que se puede leer “Métropolitain” entre dos lámparas con formas orgánicas, como si de tallos de flores se tratara, donde la lámpara naranja en forma de gota está envuelta por una hoja, a semejanza de los lirios del valle y otras flores.
Estructura y Materiales
Dado que el proyecto se plantea desde en un principio a escala urbana, éste se compone de varios módulos, facilitando así su montaje y réplica en las diferentes estaciones de la ciudad. Por ello, los principales materiales utilizados son el hierro forjado y el cristal. La estructura tiene unas dimensiones aproximadas de cinco por cuatro metros y una altura de unos 90 centímetros. La parte que contiene el letrero y las lámparas tiene una altura de cinco metros.
El ornamento del acceso a la estación de metro Abbesses es uno de los tres santuarios visibles de las cubiertas realizadas por Guimard en París, conjuntamente con la Porte Dauphine y la Place Sainte-Opportune. Se trata de una estructura abierta formada por un dosel a dos aguas creado sobre un marco de hierro cubierto con cristal y balustradas de hierro fundido, con motivos vegetales y una estilizada M de metro en la parte inferior, rodeando la escalara de acceso y creando un ambiente típicamente Art Nouveau.