Sant’Andrea al Quirinale
Introducción
Sant’Andrea al Quirinale, (San Andrés en el Quirinal), es una iglesia barroca diseñada por Gian Lorenzo Bernini y Giovanni de’ Rossi en el siglo XVI. Fue construida para la orden Jesuita en la colina del Quirinal en Roma, Italia.
Existen referencias a una posible iglesia de San Andrés primitiva en una bula papal del siglo XI y en el Catalogus of Cencius Camerarinus, del siglo XII. A finales de la edad media la zona había perdido la mayor parte de su población.
El Catalogo del Signorili, documento de 1425, muestra la relación del nombre de esta iglesia, Sancto Andree de Caballo, con la figura de un caballo. En algún momento de la Edad Media las esculturas de mármol llamadas Los domadores de caballos, originales del Templo de Serapis y que están situadas hoy en día en la Plaza del Quirinale, fueron llevadas a la colina. Así pasó ésta a llamarse Monte Cavallo, y por consiguiente la iglesia, Sancto Andree de Caballo. Las estatuas se movieron a su ubicación actual en 1591.
Esta fue la tercera iglesia Jesuita, orden fundada por Ignacio de Loyola en 1540, que se construyó en Roma, después de la Iglesia del Gesù y la de San Ignacio. La iglesia servía como sede del noviciado desde su creación en 1566 gracias a la donación de la antigua iglesia a los Jesuitas, cuya organización estaba entonces bajo el mando de St. Francisco Borgia, por parte de Giovanni Andrea Croce, obispo de Tivoli.
Uno de los novicios de la orden, Giovanni Tristano, con estudios de arquitectura, reconstruyó la antigua iglesia y le añadió un convento para los novicios. Los trabajos se completaron en 1568 gracias a la aportación económica de la Duquesa de Tagliacozzo, Giovanna d’Aragona, que poseía tierras en el lado sur de la colina, donde más tarde se fundaría Santa Clara en el Quirinal. Las Clarisas serían vecinas de los Jesuitas hasta finales del siglo XIX.
El crecimiento de la orden Jesuita hizo necesaria la adición de la antigua Basílica de San Vitale al conjunto en 1598. En 1622 la orden recibió el permiso papal para reconstruir el conjunto, pero por problemas económicos esto no se llevó a cabo hasta 1653, cuando el Cardenal Francesco Adriano Ceva prometió donar los fondos necesarios para las obras. El Papa Inocencio XI no quería que nuevas construcciones taparan la vista del Palacio del Quirinal, por lo que la obra tuvo que esperar una vez más a ser realizada. Tras la muerte del papa, el arquitecto Francesco Borromini fue designado por el nuevo papa para el proyecto. Sin embargo, éste había tenido un desencuentro con el cardenal Camillo Francesco Maria Pamphili a causa de la obra de Sant’Agnese in Agone, por lo que finalmente Bernini recibió el encargo de manos del cardenal Pamphili, contando con la aprobación del Papa Alejandro VII, en 1658.
Bernini fue el arquitecto principal del proyecto aunque dejó parte de su realización en manos de un grupo de arquitectos y artistas entre los que se encontraban Mattia de’ Rossi y Antonio Raggi. Uno de los requisitos del papa era que la fachada de la iglesia quedara oculta tras un gran muro. El grupo de arquitectos dejó la finalización de la fachada para el último momento y gracias a ello, tras la muerte del papa, pudieron construirla sin necesidad de añadir el muro que la hubiera tapado. La construcción de la iglesia terminó en 1661, aunque la decoración interior no se completó hasta 1670. La iglesia fue consagrada el 2 de febrero de 1678 por el Cardenal Marcantonio Colonna.
La iglesia ha sido sede de la orden de los jesuitas desde entonces exceptuando dos periodos de tiempo. Entre 1773 y 1814 en el que la orden fue prohibida, y en 1873 cuando los jesuitas fueron expulsados de allí y la corona italiana usó el noviciado como residencia de oficiales que trabajaban en el Palacio del Quirinale, donde el rey residía por aquel entonces. El noviciado sufrió algunos cambios desafortunados en 1888 debido a que estos oficiales estaban acostumbrados a vivir con más comodidades que los novicios jesuitas. Los alrededores también han sufrido cambios a lo largo de su historia, incluyendo el paso de la Via Piacenza por los jardines de la iglesia, y aunque estos fueron reconstruidos más tarde, el paso directo hasta San Vitale quedó destruido para siempre. A mediados del siglo XX los jesuitas retomaron el control de la iglesia. Desde el año 2007 sirve de sede principal del cardenal de origen brasileño Odilo Scherer.
Cinco de las ocho de las iglesias vecinas han sido demolidas a lo largo de los años, pero la fama de Bernini ha salvado a Sant’Andrea al Quirinale de su ruina. Esta iglesia forma, junto con San Carlo alle Quattro Fontane de Francesco Borromini, cada uno con su propio estilo, uno de los conjuntos arquitectónicos barrocos más impresionantes del mundo. Para Bernini esta obra fue una de sus mejores, según recordó su hijo años después, y solía pasarse horas sentado en el interior apreciando su gran logro artístico.
Situación
La iglesia se sitúa en una de las siete colinas de Roma, Italia, la del Quirinal, en el número 30 de la Vía del Quirinale. Frente a ella se encuentra el Palacio del Quirinal y sus jardines. Al oeste se encuentra la Villa de Carlo Alberto al Quirinale, la Plaza del Quirinal y los jardines de Montecaballo. Hacia el este y muy cerca se halla la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, obra de Francesco Borromini .
Concepto
El proyecto de Bernini aúna diferentes formas artísticas en una síntesis en harmonía. Arquitectura, pintura y escultura se unen para contar la historia de San Andrés y hacer que el feligrés se sumerja en ella. Así Bernini trata de trasmitir al visitante la espiritualidad de la orden de los jesuitas.
Esta iglesia es considerada uno de los mejores ejemplos del barroco en Roma. Son destacables el uso del color en los materiales y el de la luz para crear efectos teatrales que apoyen la explicación de la historia de San Andrés.
La planta, de forma elíptica, se organiza respecto a su eje corto por lo que recorriendo poca distancia el visitante se coloca en el centro del espacio. El altar mayor es lo primero que el visitante ve, tras lo cual su mirada se alza hacia la cúpula situada encima del centro de la iglesia. Este recorrido visual es acompañado por el recorrido en la historia del santo que preside la iglesia. El altar mayor sobresale de los límites interiores de la iglesia como si de un arco de triunfo se tratara.
El recorrido por la vida de San Andrés termina con su ascensión al cielo, representado aquí por la cúpula dorada. Ésta está hecha con casetones de estuco dorado siguiendo un patrón hexagonal, en el centro de los cuales hay rosas. Los ejes de la cúpula compuestos por detalles vegetales simbolizan los rayos de luz que parten del cielo. La cúpula cuenta también con una linterna con cristales amarillos que refuerzan el efecto teatral de la luz en el espacio interior. El centro de la linterna está rematado por la representación del espíritu santo, una paloma, coincidiendo también con uno de los símbolos de la familia Pamphili, mecenas del proyecto.
Espacios
La iglesia de Sant’Andrea al Quirinale se configura a base de líneas rectas y formas curvas en tensión, como la elipse que da forma a la planta del edificio. En ella también hay la combinación y contraste entre diferentes materiales, órdenes (dórico, jónico y corintio) y tratamientos de la luz natural.
Fachada
La iglesia presenta su fachada a la Vía del Quirinale, anteriormente denominada Vía Pía. El edificio se retira de la línea de la calle dejando a ambos lados de la iglesia un espacio cerrado por unos muros curvos. En los extremos de estos muros hay dos entradas. Una de ellas, la de la izquierda da a los jardines del noviciado. La fachada está coronada por un gran frontón apoyado sobre grandes pilastras corintias. La entrada se sitúa bajo un porche semicircular y está enmarcada por dos columnas jónicas. El visitante tiene que ascender unos cuantos escalones para entrar debido a la posición elevada de la iglesia. En el centro de la fachada se encuentra el escudo heráldico de la familia Pamphili, ya que el cardenal Camillo Pamphili aportó fondos para la construcción de la iglesia. En éste se pueden ver las llaves características del Vaticano, una paloma y flores de Liz acompañadas de guirnaldas, una concha y una corona. Tras este conjunto puede verse un arco bajo el cual hay una ventana que deja pasar la luz al interior de la iglesia. Un detalle peculiar del exterior de la iglesia son las grandes volutas que unen la cúpula con la base del edificio y que están rematadas por tejas.
Interior
La entrada de la iglesia está situada en el eje corto de la planta y encarando el altar mayor. El espacio interior se compone de una gran zona central, delimitada por la pared con pilastras corintias y el entablamento, y una serie de capillas situadas alrededor de esta.
Sobre el centro se encuentra la cúpula dorada. Dos parejas de grandes columnas corintias enmarcan el espacio del altar mayor que está algo retirado respecto al espacio para la congregación. A diferencia de las capillas, que están poco iluminadas, el altar mayor cuenta con una fuente de luz natural que hace que éste se convierta en el principal foco de atención en el interior de la iglesia. De esta manera se consigue el efecto teatral que los feligreses pueden apreciar en el que se muestra la historia de San Andrés, la cual termina en el espacio de la cúpula. Encima del altar mayor también se encuentra una pintura de 1668 hecha por el pintor francés Guillaume Courtois titulada el Martirio de San Andrés. En ella se muestra la crucifixión del santo. San Andrés aparece una vez más representado en la decoración de la iglesia. En la base de la cúpula sobresale una escultura de mármol blanco, obra de Antonio Raggi, que representa al santo en su ascensión hacia el cielo, representada en la iglesia por la cúpula dorada. En el centro de la ésta se puede ver como un conjunto de querubines rodean la figura del espíritu santo sobre un fondo dorado.
La historia de San Andrés es contada aquí a través no solo de la arquitectura sino también a través de la pintura y la escultura para crear un conjunto en armonía que muestra la espiritualidad de la historia del santo. Esta combinación de diferentes ramas artísticas, que Bernini también utilizó con el Éxtasis de Santa Teresa en la iglesia de Santa Maria della Vittoria, ha llegado a llamarse la unidad de las artes visuales.
Capillas
1-Entrada principal
2-Capilla de San Francisco Javier
3-Capilla de la pasión
4-Capilla de San Stanislas Kostka
5-Capilla de San Ignacio de Loyola
6-Altar mayor
7-Entrada al noviciado, a las estancias de San Stanislas Kostka y a la sacristía.
La capilla de San Francisco Javier alberga tres cuadros de 1705, obra de Baciccio, que representan el bautizo, la predicación y la muerte de San Francisco Javier. El techo está ocupado por una pintura de Filippo Bracci que muestra la Gloria de San Francisco Javier.
La capilla de la pasión, o de la flagelación, contiene tres pinturas de 1682 de Giacinto Brandi en las que se muestra la pasión de Jesús en tres escenas: el arresto, la flagelación y el camino al calvario.
La capilla de San Stanislaus Kostka alberga el santuario del santo, una urna hecha con lapislázuli y bronce en 1716. Sobre este se encuentra un cuadro de 1687, obra de Carlo Maratta, que muestra al santo junto a la Virgen María y el niño Jesús. El fresco del techo es obra de Giovanni Odazzi y muestra la Gloria de los Santos.
La capilla de San Ignacio de Loyola incluye los cuadros Madona con niño y los Santos y La adoración de los reyes y los pastores, ambos obra de Ludovico Mazzanti. En el techo se encuentra la Gloria de los ángeles, de Giuseppe Chiari.
Entre el altar mayor y la capilla de San Stanislaus Kostka hay una capilla con un gran crucifijo donde se encuentra la tumba del rey Carlos Manuel IV de Sardina y Piamonte. El rey abdicó en 1815 para unirse a los Jesuitas. Vivió en el noviciado hasta su muerte en 1819.
La iglesia alberga tres tumbas, la de San Stanislaus Kostka, la de Carlos Manuel IV y la de Emmanuel Théodose de La Tour d’Auvergne, cardenal de Bouillon.
Junto a la iglesia se han reconstruido las habitaciones de San Stanislaus Kostka, donde se encuentra una escultura de mármol policromado de 1702-1703, obra de Pierre Legros, que muestra los últimos momentos del santo. Las habitaciones también cuentan con pinturas de Fr. Andrea Pozzo en las que se ven diferentes escenas de la vida del santo. El fresco deteriorado del techo fue cubierto en 1825 por la pintura de Tommaso Minardi.
Estructura
La planta de la iglesia, de forma elíptica, está organizada sobre el eje corto de ésta, a diferencia de lo que es habitual. La cúpula de casetones hexagonales, y la linterna que la corona, se apoyan sobre la base de la iglesia. Los empujes estructurales de éstas son transmitidos a la base a través de unas grandes volutas de ladrillo situadas en el exterior entre capilla y capilla. La estructura de la iglesia está hecha a base de muros de carga de mampostería y piedra tallada.
Materiales
La fachada está realizada por completo en piedra caliza. La estructura está hecha de mampostería y piedra tallada. En el exterior también podemos ver detalles en tejas, sobre las grandes volutas de la parte superior.
En el interior vemos mármoles de diferentes colores. Las columnas de las capillas están hechas de mármol de Cottanello, proveniente de la provincia de Rieti en Italia. Este material se caracteriza por su color rojizo veteado en blanco. La misma piedra es usada en las columnas que enmarcan el altar mayor. Bernini consiguió estas piedras de una cantera en desuso desde la época romana, por lo que pudo conseguir piedras de un aspecto muy similar para el conjunto de la iglesia.
Las pilastras del interior son de mármol de Carrara, de la provincia de Massa en Italia. El entablamento que recorre la iglesia, con su arquitrabe, friso y cornisa, es de mármol de Carrara, de Cottanello y de Carrara respectivamente.
Los capiteles de las pilastras dóricas que enmarcan las capillas también son de mármol de Carrara, así como los frontones del interior de las capillas.
Los balcones situados alrededor de la iglesia tienen balaustradas de mármol de Carrara y mamparas de bronce para asegurar el anonimato de los cantantes, ya que para los jesuitas el canto debe acompañar la liturgia y no ser una representación centrada en la figura del cantante.
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