Año de Construcción
2003
Aforo
30.154
Ubicación
Braga, Portugal

Introducción

El Estadio Municipal de Braga es un campo de fútbol construido especialmente como una de las sedes de la Eurocopa 2004. De los siete nuevos estadios que Portugal construyó para la ocasión, el de Braga ha sido definido como el más espectacular, y fue designado por la UEFA como una de las obras más interesantes en el panorama de las estructuras deportivas.

El arquitecto a cargo fue Eduardo Souto de Moura, que veinte años antes construyó en la periferia entonces rural de Braga su primera obra, el mercado de Carandá. Con el Estadio, ha regresado a esta ciudad, equidistante entre Oporto y la frontera con Galicia, para realizar su proyecto de mayor dimensión física y también simbólica.

La olla o bombonera de los campos tradicionales de fútbol, con alta temperatura emotiva, se reemplaza aquí por un seco y monumental escenario para las retransmisiones deportivas, reconociendo la naturaleza mediática del fútbol contemporáneo. La obra es a menudo considerada como uno de los más originales y bellos estadios del mundo.

La enorme roca que se extrajo durante la construcción contribuyó en gran medida al coste final de 83,1 millones de Euros, más que cualquier otro de los diez nuevos estadios construidos para la Eurocopa 2004, a excepción del Estadio da Luz en Lisboa y el Estadio do Dragão de Oporto.

Con este proyecto, innovador por sus aspectos formales y por las elecciones constructivas, el arquitecto ganó en 2005 el 47º premio FAD de Arquitectura.

Actualmente, está alquilado por el equipo SC Braga, que lo utiliza como su terreno de juego. Provisoriamente mientras dure su alquiler, el club le cambió el nombre, siendo conocido como Estadio AXA.

Situación

El Estadio Municipal de Braga se sitúa dentro del Parque Deportivo de Dume, en la costa norte de Monte Castro.

Es una de las zonas más elevadas de la ciudad. Cuarenta metros de altura median entre el nivel del núcleo urbano y la explanada natural que, extendiéndose hacia el norte, construye la vega del Río Cávado.

El lugar se escogió para evitar hacer un muro de contención en las orillas del valle. La obra se apoya en la ladera del monte.

Se trata del primer proyecto arquitectónicamente relevante realizado en el área de las canteras en desuso en esta zona de Portugal rica en granito. Su implantación singular recupera para la ciudad una zona marginal y sirve de soporte para el futuro crecimiento. Esto manifiesta la importancia territorial de las infraestructuras, como responsables de la forma urbana.

Concepto

Naturalizar la arquitectura y artificializar el entorno son, en esta arquitectura, la misma cosa; dos operaciones de simulación para construir la realidad, desplegando una estrategia cuya coherencia no es explícita, cuya naturalidad está construida, y cuya autenticidad es simulada.

La obra forma un todo con el paisaje que le rodea, surgiendo donde en otro tiempo existía una cantera, (la cantera de granito de Dume) precisamente en la ladera del Monte Castro.

La estructura suspendida da un toque de ligereza al complejo de cemento armado y, sobre todo por la noche, parece disolverse, dejando entrever el cielo y la montaña en la que el estadio está integrado.

La imagen es la de una escultura arcaica, y de hecho, el arquitecto parece haberse inspirado en los antiguos puentes incas del Perú, realizados con cuerda. Con la iluminación nocturna, el estadio presenta su aspecto más sugestivo, enfatizando sus características tridimensionales.

El objetivo del arquitecto y de los clientes ha sido crear un punto de referencia en el paisaje construido de esta región, a través de una obra capaz de ejercer una cierta fuerza atractiva, no solo por las actividades que albergaría, sino por su especial geometría y por las peculiaridades de su estructura. No por casualidad, en algunos puntos de las tribunas, una serie de aberturas y soluciones permiten disfrutar de espectaculares escorzos sobre la arquitectura y sobre el paisaje.

Con una altura de 40 metros, el estadio se sitúa entre dos plazas salvando el desnivel. Opera como un recipiente cóncavo/convexo, una cáscara envolvente que se recorre y traspasa, poniendo en valor una relación ambigua con el terreno, pues está rodeado de vacíos al frente, por debajo, detrás y en los laterales. Vacíos construidos/excavados, comprimidos entre la superficie cóncava del graderío y la superficie convexa de la roca que nunca llega a tocar.

Espacios

El estadio fue construido con gradas únicamente en los laterales del terreno de juego. La estructura de hormigón armado define con líneas sobrias las dos tribunas. Tres galerías circulares atraviesan el graderío, lo que permite atravesarlo fácilmente.

La ausencia de otras tribunas en los otros dos lados hace que el estadio esté más abierto hacia el exterior con respecto a las estructuras análogas, y permite un agradable intercambio visual con el paisaje circundante y una magnifica vista del terreno de juego, precisamente porque todos los asientos están concentrados en las dos empinadas tribunas que se desarrollan a lo largo de los lados mayores del solar.

Detrás, de fondo están las paredes de roca de la cantera con forma de anfiteatro. Esta circunstancia favorece el mejor aprovechamiento de la luz solar, imprescindible para una buena conservación de la hierba.

El fondo contrario es un espacio abierto con una vista panorámica de la ciudad. Cada grada lateral se cubre con una cubierta, y ambas están conectadas entre sí a través de decenas de cables de acero con una luz de 220 metros, que forman la cubierta del campo de fútbol, creando una verdadera trama.

Las dos cubiertas rematan sus bordes con hileras de focos y sendos canales de evacuación de aguas que se vierten con gárgolas en dos grandes canales escultóricos sostenidos en voladizo desde el acantilado.
Las titánicas pantallas de hormigón que soportan la tribuna exenta se aligeran con las perforaciones circulares que permiten el movimiento transversal y la elegancia musical de las escaleras intercaladas que incluso se suplementan con un último módulo puramente escultórico, llegando a parecer de una ligereza papirofléxica con la inmaterialidad que otorga la iluminación nocturna.

El terreno de juego, verde y artificioso, se muestra rotundo, rectangular y plano visto desde la fuerte pendiente de ambos graderíos. Éstos, simétricos y enfrentados como imágenes espectaculares, dominan el campo con rotundidad, extendiendo sus límites en la cubierta tensada que lo sobrevuela. Y todo ello hace más evidente la presencia de los dos laterales abiertos, cuya presencia como espacios vacíos y como terreno natural – aunque no sean naturales en absoluto-, contrasta con la geometría precisa y repetitiva de los graderíos de hormigón, exagerándola.

Este conflicto visual entre la rotundidad geométrica y formal del estadio y las paredes naturales e informes que lo rodean encuentra, finalmente, un punto de síntesis en la cubierta tensada, cuyos cables, deformados por el peso, son capaces de camuflar su secuencia repetitiva en la textura cambiante de su entorno paisajístico.

El Estadio también tiene un acceso desde arriba, desde la ciudad. La simetría frontal de los graderíos se complementa con la simetría horizontal de los accesos: a pesar de su carácter de impedimento impuesto contra la ladera, la cavidad entre el hormigón y la roca permite transitar un recorrido, de abajo a arriba o de arriba abajo, que esquiva el estadio para verlo por detrás y por debajo. Un bypass que, a modo de paseo arquitectónico, hace visible el conjunto de técnicas y mecanismos que posibilitan la construcción de la obra.

Incrustado sobre la roca, inaccesible por los laterales abiertos, el visitante experimenta un recorrido que lo lleva, por sorpresa, hasta la pared de roca excavada, y que como una caverna laberíntica, se eleva hacia arriba atravesada por pilares, escaleras, ascensores y núcleos de baños exentos. Una caverna limitada indiscriminadamente por la pared de roca y por la losa de hormigón del graderío sur.

El acceso principal del público se produce por el norte, a través de una explanada de aparcamiento cuya dimensión se controla por medio de una plantación reticular de abedules. Desde la explanada, subiendo una ligera pendiente, el visitante se acerca al Estadio en diagonal, acompañado por su vista escorzada lateral. Desde este punto de vista, la obra se entiende como un recipiente cóncavo, como una vasija abierta, percibiendo a un tiempo el espacio interior y la cáscara envolvente.

A medida que se asciende por la suave pendiente, el escorzo se transforma en visión frontal de la estructura de hormigón del graderío norte. Enfrentados a las pantallas de hormigón, éstas pierden su carácter de estructura a favor de la composición de una fachada, cuya forma bascula entre un orden frontal clásico y la repetición seriada y moderna. Sin embargo esta primera impresión pronto se ve cuestionada por múltiples particularidades que sugieren nuevas lecturas: la existencia de escaleras ficticias en los extremos; la inestabilidad de la plataforma de apoyo, sustancialmente inclinada como si fuera terreno natural; la existencia de múltiples rampas de pendiente contrapuestas y variables, poniendo en cuestión la presencia de una base e impidiendo acercarse al pórtico; o la inquietante inclinación de éste hacia delante como consecuencia de su función de contrapeso de la cubierta tensada , poniendo en evidencia que no se trata del plano frontal de una fachada sino de un artefacto estructural.

Las rampas actúan como filtro, dirigiendo a las distintas ubicaciones. Unas, ascienden suavemente llevando al visitante al graderío norte que se levanta frente a él. Otras, descienden con la misma suavidad, dirigiendo a la grada sur a través de una plaza de 5000 metros cuadrados situada bajo el terreno de juego.

Una explanada, realizada sobre el acantilado de la cantera a una cota 40 metros superior, y con un uso de aparcamiento VIP, permite un acceso restringido a las zonas de palcos y prensa.

Planos

Fotos

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