Arquitecto
Año de Construcción
1952
Ubicación
Atlántida, Uruguay

Introducción

No se trata de la iglesia para el balneario y su población turística de temporada, sino para el pueblo estable que constituye su economía en torno a la formación de recursos para la actividad turística. El pueblo es, como lo describe Dieste, «uno de esos informes agrupamientos que no llegan a ser una aldea y que muestran, con la maciza claridad de la arquitectura, el desorden y la injusticia de nuestras sociedades: es un pueblo de obreros y campesinos que surten el balneario de lechugas, de albañiles y de muchachas de servicio». Así que no resulta extraña la convocatoria de este ingeniero, ya para esa época especialista en resoluciones económicas y operativas de galpones y edificios utilitarios, si se comprende que concretamente se le pide un galpón que pueda ser usado como iglesia.

Ubicación

El proyecto de la iglesia parroquial de Cristo Obrero, cerca de Atlántida, Uruguay, una de las ciudades balnearias del litoral uruguayo, es encomendada al ingeniero Eladio Dieste en 1952.

Concepto

La iglesia de Cristo Obrero es una obra inicial. Dieste la llamaba «mi primera experiencia arquitectónica» y es evidente que su proyección la planteó no pocos problemas. En ella, el arquitecto expresó ciertamente la posibilidad de sus experimentaciones llevadas a cabo con la lámina de ladrillo, pero también se esforzó en construir un lenguaje arquitectónico alejado de los códigos establecidos en torno a las posibilidades tecnológicas de los países desarrollados. Toda las obras de Dieste se ciñen a las fórmulas dictadas por la racionalidad constructiva, aunque develan la manipulación desde esas mismas fórmulas, convirtiendo rigor científico y experiencia empírica en objetos asombrosos, revisando siempre y en su sentido más amplio y fuerte, la noción de arquitectura como lealtad al lugar.

La respuesta de Dieste es un proyecto excepcional, que muy tempranamente plantea problemas que van a hacer eclosión en los años ochenta alrededor de las ideas de posmodernidad y regionalismo. La iglesia de Cristo Obrero pone en evidencia las posibilidades de ampliar el proyecto moderno desde las áreas periféricas al centro originario, tanto como abre la obra de Dieste a su posterior desarrollo.

Desde la intimidad devota de la iglesia románica o desde la liviandad elegante de las catedrales góticas hasta la originalidad estilística de Gaudí parecen estar presentes en la arquitectura de Dieste y en ella se suceden los espacios creando una imagen repetitiva en la función creadora del hombre y su ejecución. Cada pieza, cada ladrillo, cada hombre son parte de un todo, de un liviano sostén que se construye con la razón y el pensamiento, adaptados a su entorno y posibilidades, comprobando así que los modelos exportados y deshumanizados del propio contexto, no cumplen con la función social que el genio de Dieste quería transmitir.

Espacios

Para Cristo Obrero, cuyo costo fue «igual al de un galpón», Dieste construyó un complejo objeto arquitectónico de extraordinaria materia tecnológica y formal, configurando un cruce profundo entre los aspectos programáticos de la iglesia y las posibilidades expresivas de su investigación. Proyectó una nave rectangular de treinta metros de largo por dieciséis de ancho, cubierta de diecinueve metros de luz en sus sectores más anchos. La línea ondulada de la cubierta está repetida y amplificada en los sorprendentes muros laterales, construidos como una sucesión de conoides de siete metros de alto, de directriz recta en el nivel cero y ondulada en la parte superior, con perforaciones irregulares cerradas con vidrios coloreados. La unión entre las superficies onduladas de la cubierta y los muros introduce una particular inestabilidad formal que extraña los efectos de las láminas de ladrillo a la vista.

En la entrada, el entrepiso del coro secciona el muro de la fachada en dos franjas. En la inferior, la lámina de ladrillo está replegada asimétricamente conformando el acceso y el espacio de la escalera al coro.
En la franja superior, con la neta y recortada superficie de las tres hileras de planos desplazados, Dieste consigue acentuar la fluidez formal de las láminas curvas del resto del edificio. Al fondo de la nave, al ubicar la sacristía y la capilla de la Virgen de Lourdes por detrás del muro curvo que rodea y arma el presbiterio, y sin qué sus muros lleguen al techo. Dieste crea un profundo hueco que vuelve visible el fondo de la nave.
De esta manera, al percibir la fricción entre la interpretación del presbiterio como espacio de «mayor densidad espiritual» y la noción de iglesia como espacio comunitario e igualitario, opta por unificar el espacio de la nave y remarcar la densidad espiritual del presbiterio con la exposición de la lámina curva y la profundidad del espacio indeterminado por detrás de ella.

En el exterior, los muros laterales construyen un paisaje enrarecido de repeticiones. En su diseño, Dieste consigue revelar las posibilidades tecnológicas y expresivas del ladrillo como material universal; y en mayor medida que en el interior, las constantes variaciones de luz sobre la superficie de los conoides ahondan, y al mismo tiempo descubren, el extraordinario esfuerzo formal realizado.

El conjunto parroquial se completa con un campanario proyectado como una torre cónica perforada en toda su superficie a un lado de la iglesia y, al otro, con el volumen prismático triangular de la escalera de acceso al baptisterio subterráneo, de planta circular, cubierto por una cúpula e iluminado por una linterna de ónix.

Estructura

Las paredes y cubiertas de delgadas superficies regladas y plegadas de Dieste, son de tal esbeltez, que nunca antes se habían podido conseguir con materiales tradicionales, lo que logra con su ingenio y destreza constructiva, contrastando enormemente con la arquitectura de sus contemporáneos (Le Corbusier y Candela, entre otros), hecha con hormigón armado.
Las edificaciones de Dieste pueden considerarse como un manifiesto adelantado de la Arquitectura Sostenible, por su eficacia en el empleo de la materia.

Las singulares obras de Dieste sólo pueden entenderse a partir de los saltos técnicos que realiza en la obra de fábrica, y que para poderlos asumir, hay que ser capaz de dejar de lado los conocimientos previos adquiridos sobre la construcción tradicional de las fábricas y sus materiales.
La “trabazón” ha sido indispensable entre las piezas de toda obra de fábrica, para lograr su estabilidad, lo que se obtiene contrapeando las piezas de sucesivas hiladas entre sí, evitando en todo momento dejar en continuidad llagas verticales.
El “aparejo” se constituyó como una determinada manera fiable, segura y constante, de lograr la “trabazón” entre sus piezas, generándose con ello un patrón constructivo característico de “cada tipo de aparejo y lugar” (aparejo inglés en cruz, aparejo belga, aparejo a tizón a la española, etc.).
La concienzuda colocación tradicional de los ladrillos trabándolos entre sí, manteniendo un determinado aparejo en la obra de fábrica, desaparece totalmente en la arquitectura de Dieste, ya que de forma reflexiva, éste añade a la misma un nuevo componente, “el acero”, en barras o alambres, que incorpora de forma regular y homogénea en el conjunto de la fábrica.

Para ello, Dieste dispone en todas sus obras, cuando le conviene, las piezas sin contrapear ni aparejar, lo que genera una retícula bidireccional entre las piezas, donde poder ubicar los alambres o barras de acero, entretejiendo la fábrica en todo su conjunto con un material dúctil, en vez de trabar sus piezas.
Todo ello le permite a Dieste crear la que él denomina “cerámica estructural”, donde varía la proporción de armado en función de la ductilidad conjunta que desee generar en la fábrica o de las necesidades tensionales locales que se requieran para los atirantados o postensados, según cuál sea la tipología estructural que esté construyendo.

Materiales

Eladio Dieste había comenzado a explorar los problemas de la bóveda hacia 1945, como resultado de su colaboración profesional junto a Antonio Antonio Bonet. La experiencia acumulada en la construcción de bóvedas de hormigón armado le permitieron llegar a sus experimentos con el ladrillo en la construcción de superficies laminares. Anclado en los aspectos teóricos y racionales del cálculo matemático aplicado a la construcción y al diseño, Dieste centró su exploración proyectual en la operativa del ladrillo como elemento organizador de la estructura. Si bien, y ya desde Cristo Obrero, su producción construyó un paradigmático universo formal, ciertamente extrañado del léxico moderno ortodoxo, lo cierto es que el virtuosismo constructivo fue el marco donde encontró sus posibilidades expresivas. Para Dieste, «una arquitectura sana no puede producirse sin un uso racional y económico de los materiales de la construcción»

Planos

Fotos