Los Clubes – Cuadra San Cristóbal y Fuente de los Amantes
Introducción
Luis Barragán fue un enamorado de la arquitectura vernácula de su patria con sus enormes muros, pequeñas ventanas y frondosos jardines, pero también estuvo profundamente influenciado por Le Corbusier cuya obra estudió en su viaje a Francia de 1932. Las dos tendencias se ven representadas en sus obras, la primera en las casas diseñadas en Guadalajara en los años 20 y la segunda por los edificios de viviendas económicas diseñados en 1930 en la Ciudad de México.
En su obra posterior a la Segunda Guerra Mundial, las dos tendencias convergen en un estilo personal al que los críticos suelen aplicar los adjetivos de “emocional”, “surrealista” o “mítico”. La Cuadra de San Cristóbal y el resto del proyecto que levanta para la familia Folke Egerstrom en un suburbio de la Ciudad de México es un buen ejemplo.
En esta nueva etapa de su obra, en el norte de la Ciudad de México, el arquitecto Luis Barragán levanta dos conjuntos escultóricos, ambos en espacios públicos. Las Torres de Ciudad Satélite, 1957, levantadas como símbolo urbano del nuevo desarrollo habitacional del Distrito Federal, la primera “Ciudad Saltélite”. El segundo, 1964, un estar para jinetes, Los Clubes, y en ambas, según el arquitecto Fernando González Gortázar, Barragán nos enseñó a ver el cielo, sus “espacios abiertos” siempre son cerrados, excepto hacia arriba.
A finales de los 40 Barragán conoce a Mathías Goeritz, quien le expone la técnica de la “arquitectura emocional”, la cual será asumida por el arquitecto a partir de ese momento, como principio fundamental de su diseño.
Ubicación
El proyecto Los Cubles, que comprende la Casa Egerstrom, las Cuadras San Cristóbla y la Fuente de los Amantes, fue desarrollado para la familia Folke Egerstrom, dedicada al adiestramiento de caballos de pura sangre, sobre un terreno de 7.5 acres ubicado en la calle Manantial Oriente 20, en Atizapán de Zaragoza, un suburbio de la Ciudad de México.
Concepto
Una vez asumida la técnica de la “arquitectura emocional” inducida por su amigo Goeritz, no es difícil encontrar en las obras de Barragán espacios sin ningún fin funcional determinado, pero con la suficiente carga poética para lograr lo que el arquitecto siempre buscó,…”embrujar los lugares”…
Su arquitectura cargada de simbolismo, crea espacios que no existen en otro lugar, se mueve a través del agua, la abstracción geométrica de los planos y el color. En su síntesis expone cuestiones fundamentales de la vida, el hombre y la mujer unidos por el amor, el paisaje de la geometría que creada por el hombre y movida por su mano da lugar a la arquitectura. Los elementos que representan esos símbolos: el hombre es la fuerza del caballo, la mujer el agua inasible y cambiante, el paisaje los muros horizontales que limitan al fondo y contrastan con el césped de los primeros planos, la geometría es el plano perfectamente regular que sostiene el acueducto y el pórtico que se encuentra debajo, cortando el espacio limpiamente.
Para Barragán, amante de los caballos, este animal representaba simbólicamente un aspecto de la humanidad y supo comunicar esta idea de forma inequívoca en Los Clubes, lo cual resulta difícil en el campo de la arquitectura debido a la índole del concepto. Los colores rojos, rosas y púrpuras son reservados para el ámbito del caballo, en cambio el ámbito humano fue pintado con un color crema neutro. Aunque, tal vez haya otra manera de interpretar San Cristóbal: sencillamente como una sola morada, proyectada para dos animales, caballo y jinete.
Espacios
La partición de Los Clubes, está formada por la Cuadra San Cristóbal (las caballerizas), la Casa Egerstrom y la Fuente de los Amantes. El tamaño de la parcela permitió a Barragán que cada una de las partes ocupara un espacio propio dentro del solar.
El espacio exterior entre la casa y la calle está dividido por un largo muro, con un jardín a un lado y el ala de servicio al otro. Del lado del jardín, un porche de techo plano ofrece un refugio sombreado para los bañistas de la piscina, situada en el extremo sur.
Fuente de los Amantes
En 1964, con 62 años, en la Fuente de los Amantes, Barragán deja su testamento artístico. Con esta fuente crea un espacio público dentro del fraccionamiento de Los Clubes, ideado también por el arquitecto para uso de un grupo de jinetes.
Con esta realización Barragán se expresa a través de los símbolos, resumen de toda una vida de contemplación que se decanta hasta llegar a la abstracción. “…Por que lo que el arquitecto hace, y por eso la arquitectura puede ser un gran arte, es justamente crear espacios que no existían en parte alguna…”(Ramón Xirau)
La fuente no es decorativa, en realidad es una pileta para caballos. Barragán expresó sobre la misma: “….la profundidad del estanque la calculé para que al pasar el caballo, le llegara el agua a la panza….”. El jinete accede por un camino lateral con un muro rosa en uno de sus laterales y al frente la geometría arquitectónica. Al llegar a la pileta escucha el sonido del agua que cae en cascada. El caballo entra en la pileta hasta sumergirse y comulga con la esencia femenina, el agua, al salir el hecho de la perpetuación de la vida ha sido nuevamente consumado, y expresado a través de la puesta en escena de Barragán.
En la fuente aparece un muro blanco que físicamente no soporta nada, excepto su propio peso y cuya función espacial es únicamente rematar el sendero para los jinetes.
Cuadra San Cristóbal
A 80 metros, aproximadamente, de la fuente y en la parte norte y más ancha de la finca, se construyeron las caballerizas, denominadas Cuadra San Cristóbal, que forman parte del mismo proyecto con igual tratamiento de los elementos y regulación programática. El agua y los tonos de sus muros vinculan ambos proyectos con un carácter altamente expresivo. El ancho de los muros otorga profundidad a las aberturas y pórticos, que apenas insinúan unos jardines pero que categóricamente, al igual que las Torres Satélite, apuntan al cielo, con colores que contrastan con la abstracción de los elementos.
La hilera de establos linda, por la parte posterior, con la calle y hacia el interior de la finca salen a un porche con techo inclinado que cuelga creando un alero en todo su ancho. En ángulo con los establos está el granero, con un alto muro pintado de color rosa. Un muro más largo y bajo, también de color rosa, cierra el lado oeste del patio y llega hasta la casa, atravesándola, al menos conceptualmente. Dos aberturas en este muro, frente a la alberca para los caballos, conducen a un pequeño campo de ejercicios.
Casa Egerstrom
La relación entre los espacios interiores y exteriores es el principal interés de esta vivienda formada por un conjunto de formas cúbicas, revestidas con estuco blanco y con perforaciones cuadradas como ventanas. Proyectada en colaboración con el arquitecto Andrés Gasillas, es una de las mayores viviendas diseñadas por Barragán.
Esta casa, como muchas de sus anteriores, presenta una fachada ciega a la calle, definida tan solo por unas altas puertas de madera, quedando ocultos el garaje y otros servicios. En el jardín se conecta a la piscina a través de un porche, al final del cual se ubicó un salón vestidor para los bañistas
Un vestíbulo de entrada divide la casa en dos bloques principales. En uno de ellos, de poca altura y con techo plano, se ubican los tres dormitorios. En el otro una sala de estar, un comedor y la cocina. La sala de estar comunica mediante una pequeña puerta lateral con un patio cuadrado cerrado con altos muros en tres de sus lados y hacia el norte un gran ventanal de suelo a techo abre las vistas hacia el jardín, la fuente y las caballerizas. Cada uno de los lados de la casa disfruta de diferentes vistas, de colores y espacios luminosos.
Estructura y materiales
La tipología de vivienda desarrollada por Barragán es cuadrangular en planta y los cuadrantes se repiten conceptualmente para crear el sistema estructural principal del edificio, levantado con ladrillo, yeso y mortero. Los establos y la vivienda se levantaron a ras del terreno, y sólo en el interior algunos de los pisos se elevan por encima del nivel del suelo.
El arquitecto era un maestro de la luz, la cuidadosa colocación de ventanas y aberturas espaciales, le permitieron controlar la cantidad, dirección y colorido de la misma, suavizándola durante el día y filtrándola a través de las tonalidades. El edificio se viste de colores para indicar la tradición barroca mexicana a lo largo de persistentes y altos muros que se disponen alrededor de los espejos de agua.
El agua es un motivo recurrente en la obra del arquitecto, resultado de la influencia colonial, pero no se limita a los pozos o acueductos característicos de esa época, sino que crea verdaderas esculturas para su recorrido, piezas que por sí solas constituyen verdaderas obras de arte.
En esta obra maestra, Luis Barragán enfatiza el material encontrado en la naturaleza para crear una obra de arte. Trabajó para transformar y manipular los volúmenes positivos y negativos de la composición. La función de doble pantalla de la pared que crea la cascada en la fuente es un perfecto ejemplo de como se fusionan dos planos separados en el conjunto, permitiendo que el agua fluya sobre la composición y se fusione desde el núcleo de la casa, permitiendo la reflexión del brillante color de las paredes, creando una ilusión de espacio y unidad.
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